Paulatinamente, la tormenta fue pasando para Celina Rucci (40). Fueron tiempos difíciles, que se vieron signados por vaivenes emocionales, por una inestabilidad espiritual que reflejó, en mayor o menor medida, el impacto de los efectos colaterales que provocó la detención del padre de sus dos hijas, Daniela y Noelia. Ha corrido mucha agua bajo el puente desde que fue apresado Claudio Minnicelli. Ese 6 de agosto de 2017, el cuñado de Julio De Vido, que vivió diez años con Celina y decidió junto con la modelo adoptar a las dos nenas, ambas de origen toba, estaba en Chapadmalal.
Oculto, viviendo en una pieza que había alquilado con nombre falso, mientras Celina se encontraba fuera del país porque ya estaban separados. Sin embargo, ver en prácticamente todos los canales al padre de sus chicas esposado y siendo conducido a un penal, desde luego le pegó bastante duro. Nunca se supo que Celina estuviera al tanto de la real comisión de los delitos que se le atribuyeron al Mono, pero independientemente de eso, la modelo, luego de llamarse a silencio y esperar que las cosas fluyeran, comenzó a pronunciarse: “A las personas buenas les pasan cosas buenas, a las personas malas les pasan cosas malas. Así es el universo”, fue uno de los mensajes que escribió en las redes sociales, cuando Minnicelli ya compartía calabozo con funcionarios y empresarios del kirchnerismo.
Desde entonces, por elección propia, Celina fue alejándose de los medios de comunicación masivos, básicamente de la televisión. A simple vista podría interpretarse que su determinación fue una consecuencia de la situación judicial de su ex, que indirectamente la terminó salpicando. Pero no, nada que ver. De acuerdo con lo que nos contó, haber tomado distancia de la TV fue una alternativa que ya venía analizando con anterioridad, y que aceleró al notar que su actividad como empresaria textil le estaba demandando una mayor carga horaria. “La verdad es que actualmente estoy trabajando mucho, pero si no te ven en la tele creen que estás sin hacer nada. No estoy en los medios porque no quiero, esa es la verdad. Me está yendo muy bien con mi propia marca de lencería y sigo haciendo conducciones por el país. Estoy muy conforme y contenta. No siento ni tengo la necesidad de estar en la tele, que es cartón pintado, espejitos de colores”, reflexionó Celina.
Queda claro, entonces: su deserción de los medios masivos tuvo que ver con otras posibilidades laborales que le están dando réditos más suculentos y que no la condicionan en sus tiempos libres, propiciando un escenario beneficioso, que le permite compatibilizar el trabajo con la crianza de sus hijos. Porque si bien Uciel (20 años, fruto de un vínculo conyugal anterior), Daniela y Noelia ya tienen vuelo propio, mamá no quiere descuidarlos. Por suerte para Celina, el bolsillo está tranquilo y la presencia de un hombre a su lado ya no es indispensable por el aspecto económico. Menos aún si enamorarse implica el peligro de tropezar dos veces con la misma piedra.
Celina no para de viajar por todo el mundo.
Su sonrisa demuestra lo bien que la está pasando...
¡Qué lugar! ¡Qué diosa!
