Transita, sin dudas, un año salvaje. Quizás el año más salvaje de su vida. Básicamente por cuestiones laborales –es una de las protagonistas de la obra teatral Salvaje, precisamente, y forma parte del elenco de 100 días para enamorarse, el exitazo televisivo de la temporada– pero también por cuestiones personales: al cabo de cuatro años de relación, Leticia Siciliani se separó de Delfina Martínez, una estudiante de psicología con la que hasta tenía planes de casamiento.
El derrumbe de aquel sueño de pasar por el altar le movió la estantería y la bajoneó, a pesar de la sucesión de éxitos profesionales. Algo así como afortunada en el laburo, desafortunada en el amor. Eso. Las sonrisas por la buena marcha del trabajo contrastaron con la tristeza por el inesperado tropiezo sentimental. El año pasado, Leticia trascendió en los medios más allá de ser “la hermana de Griselda Siciliani que pretende ser actriz” al blanquear su historia de amor con Pepa, a la que conoció jugando al fútbol. No sólo eso. En un programa radial al que había concurrido como invitada, la cruzaron al aire con Delfina. Leticia no ahorró elogios para su chica y sorprendió al preguntarle, sin red, si se quería casar con ella. La respuesta fue de una sola palabra: “¡Sí!”. Nada hacía prever, en ese momento, que habría una tormenta que se llevaría puesta la relación. Pero los nubarrones llegaron, el vendaval acabó con el amor y Leticia estaba visiblemente cabizbaja.
¿Quiénes aparecen en ese momento? Los más cercanos. Los amigos y, claro, los familiares. Griselda Siciliani, ahora rubia, fue a verla al Metropolitan, donde ella se presenta viernes y sábados junto con el resto del elenco para deleitar a todos los espectadores. La aplaudió desde la quinta fila, la abrazó, le dio un beso y la felicitó en persona. Un poco de cariño entre tanto acontecimiento salvaje y agotador.
Tiene el apoyo de su hermana
Se terminó el amor
