Los momentos más polémicos y escándalosos de la historia de los Martín Fierro – Revista Paparazzi

Los momentos más polémicos y escándalosos de la historia de los Martín Fierro

TEVE
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Aquíme pongo a cantar/ al compás de la vigüela,/que al hombre que lo desvela/ una pena extraordinaria/como el ave solitaria/ con el cantar se consuela”. Señoras y señores, no es verso: se viene una nueva edición de los Martín Fierro y el ambiente de la farándula está convulsionado. El premio mayor de la tele y de la radio (ahora incluye también al mundo digital) cumple 60 años y la ceremonia de entrega –el domingo 9, desde las 21, en el hotel Hilton de Puerto Madero– tendrá todos los condimentos habidos y por haber: ausencias, enojos, peleas, disputas, polémicas, derrotados, ganadores, bien vestidos, mal empilchados, alegres, amargados, amores, odios, besos, burbujas y discursos encendidos. Pero como el futuro es impredecible, nada mejor que repasar perlitas, datos y momentos inolvidables que se fueron dando a lo largo de estas seis décadas para ir calentando motores.

 

Con 37 estatuillas logradas por su trabajo individual o por el programa que conduce, Marcelo Tinelli es el hombre récord, el máximo ganador de la historia. Las malas lenguas cuentan que supo condicionar su asistencia a si ganaba por lo menos un premio. Si tenía que escuchar todos discursos ajenos, se quedaba en la casa… 

 

 

Lo sigue Susana, con 27. Pero la diva tiene uno que el muchacho de Bolívar aún no, el Martín Fierro de la gente, un nuevo reconocimiento que se puso en marcha en la última edición y que contempla la votación del público a través de redes sociales y de mensajes telefónicos. El podio lo completa, obviamente, Mirtha Legrand. En sus 23 Martín Fierro, la reina de los almuerzos acumula los de Oro, Brillantes y Platino. Si inventan uno nuevo, seguro que lo gana. 

 

 

Los discursos rimbombantes son una marca registrada de cada entrega. Jorge Lanata es una voz con peso propio en cuestiones políticas, y sus palabras despiertan adhesiones y rechazos por igual. Mientras se escuchaban recriminaciones y aplausos, habló de la grieta por primera vez y estableció ese término para cualquier tipo de discusión. Hoy, dos muchachos que pelean por Boca o por River o dos chicas que se entreveran por tal o cual galán dicen, en general, que están paradas “en lados distintos de la grieta”. La que no escuchó chiflidos sino una ovación con toda la gente alentándola de pie fue María Valenzuela, que en un momento de grave crisis elevó el grito de: “¡¡Aguante la ficción, carajo!!”, que se volvió compañero de todas las luchas de los artistas.

 

 

Otro clásico son las quejas por la comida que se sirve. O porque es escasa, o porque tiene nombres raros, o porque los que están morfando no escuchan a los ganadores. En cambio, nadie critica la bebida. Las mesas están bien regadas y los corazones se alegran rápidamente. A algunos, incluso, se les va la mano. Imposible olvidar cuando Solita se fue absolutamente sonriente y un poco tambaleante después de brindar mil veces con sus colegas. No fue la única, por supuesto, pero aquella imagen quedó como un emblema de lo “bien” que la pasan los famosos en estos eventos. También se sindica al alcohol como el responsable de los sorprendentes silbidos que recibió Natalia Oreiro al recibir un galardón. Se apuntó a una mesa donde Pablo Echarri, Nancy Dupláa y Florencia Peña compartían charlas y tragos. Ellos lo negaron pero la sospecha quedó flotando en al aire. 

 

 

Sin tironeos por los looks no hay Martín Fierro. En los días posteriores a la ceremonia hay más especialistas en moda elogiando y criticando la pilcha de los artistas que economistas explicando las disparadas del dólar. Por una semana no se habla de otra cosa. Están los que siempre reciben aplausos y buenas consideraciones (sólo por nombrar a algunos, Mirtha, Verónica Lozano, Pampita y Mariana Fabbiani, que es la mujer que más entregas condujo, con 7 pero también los otros, los que pifian: Sol Pérez siempre luce atuendos controversiales, y Alexander Caniggia directamente derrapó con chaleco, bermudas, medias y zapatillas blancas. Ni Roberto Lavagna se hubiera animado a tanto. Quizás podría tomar el ejemplo de Sebastián Ortega, que hace unos años iba “con lo primero que encontraba a mano” y ahora se tira encima unos trajes que rajan la tierra. La que dejó a medio mundo con la boca abierta fue Griselda Siciliani, con un escote que se llevó miradas, fotos y tapas de revistas.

 

 

Tampoco faltan los renegados del premio. Aquellos que no van ni aunque los inviten. Mario Pergolini es uno de ellos. Hace poco bromeó con uno que había ganado: subió un video donde preguntaba qué hacer con la estatuilla. “La puedo usar para poner los rollos de cocina”, bromeó. ¿Y si disfruta? La noche que Jorge Rial anticipó todos los ganadores se armó un lío de aquellos. Nadie sabe cómo hizo para enterarse antes, pero quedó claro que siempre puede haber un “intruso” que pase el dato caliente. Cacho Rubio y su chalina, infaltables hasta cuando al hombre lo acusaron de proxeneta y la propia APTRA intentó impedir su presencia, saben que hasta el entrañable Topo Gigio ganó un Martín Fierro. ¿Habrá festejado como Juan Román Riquelme? 

 

Marley y Mirko harán la conducción de la entrega

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