Hay canchas que impresionan por su arquitectura, otras que meten miedo por sus estadísticas, también están las que se destacan por ser escenario de competiciones importantes, y hay una que reúne todas esas cualidades. La de Vélez Sársfield, cuyo nombre oficial "José Amalfitani" ha sucumbido ante la denominación popular de "El Fortín de Liniers" dada la estructura que tenía originalmente, allí donde el cuadro local se hace fuerte y saca pecho y donde se jugaron partidos del Mundial 78.
Decir "Juan B Justo y Alvarez Jonte" es hablar de una esquina muy tradicional del barrio de Liniers, en el extremo oeste de la ciudad de Buenos Aires. A pocos metros, la General Paz y el conurbano empezando por Ciudadela y siguiendo por Ramos Mejía, Haedo, Morón, Castelar e Ituzaingó si se continúa por la Avenida Rivadavia. Por todas esas barriadas, y también por otras como Villa Luro, Versailles, Monte Castro y Villa Real, se ha extendido la influencia y la popularidad de Vélez sobre todo desde que Amalfitani decidió construir allí la casa del club.
Para muchos uno de los dirigentes más importantes en la historia del fútbol argentino, "Pepe" Amalfitani se animó a una empresa que parecía imposible en tiempos en los que no había ni siquiera televisión y los grandes contratos no se llamaban "naming" ni sponsoreo. Alcanzaba con su palabra y su apretón de manos. "Si él decía el 5 te pago el cemento, el 5 estaba allí con el dinero". Así se lo describe: serio, esforzado, honrado, decente, trabajador a destajo y sobre todo un hombre confiable. "Daba todo por el club, daba la vida por Velez, eso es lo más imporante" agregan.
La primera cancha de Vélez estaba en Villa Luro, otra zona porteña imposible de disociar a la vida del club, y al inaugurarse la nueva mole de cemento, el 22 de abril de 1943, al flamante hogar no sólo se trasladaron los hinchas, los colores, la camiseta de la v azulada y el escudo, sino también el apodo del estadio, que recibió el mote de Fortín y no sólo no lo perdería nunca sino que incluso agigantaría la leyenda pues se hizo casi infranqueable para todos los rivales. Las reformas a las que fue sometido para el Mundial 78 lo modernizaron y le agregaron una nueva bandeja en los laterales, que pasaron a ser plateas. Esa nueva disposición lo transformó en escenario ideal para conciertos y recitales, lo que le valió también el apodo de "El teatro de Liniers".
EL FORTIN DE LINIERS, EL BASTION INEXPUNGABLE DE VELEZ EN EL BARRIO DE LINIERS
Amalfitani y todos los hinchas de Vélez debieron esperar hasta 1968 (el club se fundó el 1ro de enero de 1910) para verlo campeón por primera vez. 58 años de espera que se terminaron, precisamente, en su cancha de Liniers en un recordado partido contra River. Luego llegaría otro período de sequía -pero siempre con buenos equipos- hasta la explosión total de principios de los 90, cuando Carlos Bianchi, goleador eterno y uno de los ídolos máximos del club, volvió pero para hacerse cargo de la dirección técnica del equipo, al que lo llevó a ganar todo. Campeonatos locales, la Libertadores y la Intercontinental, algo que poco tiempo atrás parecía imposible. La cancha fue perdiendo de a poco el "color cemento" para ganar el azul que tiene en la actualidad.
La gloria se extendió hasta estos días y Velez, sí, el mismo Vélez que hasta 1968 no había ganado ningún campeonato, es hoy el sexto equipo argentino más exitoso con 19 trofeos entre consagraciones locales e internacionales. Muchas de esas vueltas olímpicas las dio en Liniers, en su Fortín, en la cancha que sonó y edificó Amalfitani. José Luis Chilavert, el Turco Asad, el Turu Flores, Daniel Willington, el mencionado Carlos Bianchi, Nicolás Otamendi, Poroto Cubero, Pedro Larraquy, "Pacha" Cardozo, Roberto Trotta, toda la dinastía Zárate, Omar Wehbe, Carlitos Ischia, Julio César Falcioni, Juan Carlos Carone, Norberto Conde, los hermanos Husain y tantos y tantos otros han pasado por allí desparramando su magia y su garra, como harán otra punta de futbolistas en los años por venir para mantener encendida esa llama eterna que alguna vez encendió "Don Pepe" y que sigue brillando en cada escalón del Fortín.











