La experiencia de Meghan Markle durante su estadía en el Reino Unido, marcada por la repentina muerte de la reina Isabel II, dejó al descubierto el costado más humano de la duquesa. La prolongada permanencia en Londres, junto a su esposo Prince Harry, significó una dolorosa separación de sus hijos Archie y Lilibet, quienes permanecieron en California. Ese distanciamiento se convirtió en uno de los momentos más difíciles que atravesó la pareja en su vida familiar.
En su programa de estilo de vida, la duquesa recordó lo que significó para ella ese período: “El tiempo máximo que pasé sin estar con nuestros hijos fueron casi tres semanas. Estaba muy mal”. Con estas palabras, expuso la carga emocional que implicó permanecer lejos de los pequeños mientras debía afrontar responsabilidades públicas.
La diseñadora Tan France, invitada a la conversación, compartió su propia visión sobre la paternidad: “Podría morir sin mis hijos... si no los veo por un par de días, siento que se me parte el corazón”. Su testimonio encontró eco inmediato en la experiencia de Markle, quien coincidió en la dificultad que supone equilibrar el plano familiar con las obligaciones de carácter institucional.
La duquesa detalló cómo esa separación forzada afectó su ánimo y su rutina cotidiana. “Se me parte el corazón”, confesó, al recordar la sensación de vacío durante esos días en Londres. Las palabras dejaron en claro que, más allá de la solemnidad de los actos oficiales, lo que primaba era la necesidad de volver a encontrarse con sus hijos.
EL MAL MOMENTO DE MEGHAN MARKLE
De regreso en California, Meghan Markle describió con entusiasmo el reencuentro: “Me encanta prepararles desayunos especiales, ponerles pequeños detalles que los hacen sonreír”. Archie y Lilibet, según relató, celebran con alegría esas atenciones, algo que para la duquesa representa la verdadera felicidad de la vida diaria.
El episodio, atravesado por el dolor de una pérdida histórica y la intimidad de la vida familiar, dejó en evidencia la prioridad que ocupa la maternidad para la duquesa de Sussex. En ese contraste entre lo público y lo privado, la experiencia terminó reafirmando el valor irremplazable de la rutina hogareña y el vínculo con sus hijos.


