En las costas de Maui, hace casi veinte años, un momento de adrenalina se convirtió en una experiencia límite para Jason Momoa. El intérprete, conocido por su conexión con el mar en la pantalla, se enfrentó en la vida real a una situación que lo dejó al borde de la muerte durante una sesión de paddle surf en aguas famosas por sus olas gigantes. Aquella jornada, que comenzó como un reto entre amigos, terminó siendo un episodio que marcó su vida.
Según relató, compartía la travesía con surfistas de renombre, como Laird Hamilton, cuando todo se complicó. “Se me rompió la correa”, explicó al describir cómo su tabla se alejó sin que pudiera hacer nada. La corriente y el oleaje comenzaron a arrastrarlo con fuerza, y sus compañeros rápidamente perdieron contacto visual.
“No podían verme”, recordó Jason al revivir esos instantes en los que las olas lo golpeaban una y otra vez. El cansancio apareció pronto y, de forma alarmante, sintió que su cuerpo comenzaba a ceder. “Mis brazos y mis piernas dejaron de funcionar”, afirmó sobre ese momento en el que temió no salir con vida.
En medio de la confusión y el agotamiento, pensó en su hija pequeña. “Me sumergí en la burbuja y mi pie golpeó el arrecife exterior. Ya me había rendido y mi mente se había muerto”, contó. Sin embargo, ese contacto inesperado con la roca le permitió impulsarse y ganar un respiro que él mismo definió como “una segunda oportunidad”.
EL DÍA EN EL QUE JASON MOMOA CASI MUERE
Con un último esfuerzo, logró mantenerse a flote hasta que un compañero lo alcanzó. “Me ofreció su tabla y volvimos juntos a la orilla”, relató Momoa. El episodio lo llevó a replantearse varias costumbres y hábitos de su vida cotidiana.
Tras aquel día, el actor aseguró que dejó inmediatamente de fumar, después de haber llegado a consumir “dos o tres paquetes al día”. La experiencia, según admitió, no solo lo marcó físicamente, sino que también modificó su forma de ver el mar y su propia fragilidad frente a la naturaleza.


