¡El orgullo que debe sentir Nicolás Cabré en estos momentos! ¿Cuántos hombres, al fin y al cabo, pueden gritar a los cuatro vientos y con todo el fervor que le puede salir del pecho que se casó de la mano de su hija? ¿Cuántas personas están en condiciones de vivir un momento de semejante magnitud? Probablemente pocos, y él es uno de esos privilegiados: Rufina, la hija que tiene con la China Suárez, lo acompañó casi con devoción durante la boda con Rocío Pardo.
Cabré tiene una conexión muy especial con Rufina. El lo contó varias veces, pero quizás lo explique mejor que nadie lo que dicen los demás, los que no lo conocen mucho pero advirtieron algo en él. Un cambio, una "mejoría". "Antes era muy bravo Cabré. Era un tipo difícil. Pero desde que nació su hija fue como que se ablandó y se animó a mostrar su costado más tierno" dicen los periodistas que lograron entrevistarlo.
Rufina es fruto de la relación de Cabré con la mujer más mediática de la Argentina, María Eugenia La China Suárez. Y es tan especial que logró que sus padres siempre se pusieran de acuerdo en los temas vinculados a su crianza y al tiempo que transcurre con cada uno. No le pasa lo mismo a la actriz con el papá de sus otros dos hijos, el chileno Benjamín Vicuña, con quien protagoniza conflictos de manera permanente.
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Cuando en el Registro Civil llamaron a Cabré y a Rocío Pardo para que escucharan las recomendaciones del juez que los casó y que finalmente dieran el legendario "sí, quiero", no solo se acercaron hasta el escritorio ellos dos. El galán de galanes de la televisión argentina -hoy devenido en actor y director teatral- llevó también a su hija, que se paró al lado de él.
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Rufina tuvo un rol tan protagónico como emotivo en la ceremonia, ya que no le soltó la mano a su papá mientras la autoridad se expresaba y daba a conocer su discurso. Solamente dejó de agarrarlo cuando Cabré cumplió con otro hito de este tipo de momentos: le dio el famoso "beso a la novia" que corona todos los casamientos. En ese momento, Rufina aplaudió fuerte y con ganas.
A la hora del vestuario, Rufi estaba totalmente de blanco como también se mostraron papá Nicolás y su ahora flamante esposa Rocío Pardo. Lo único que jugaba un poco de contraste era el calzado, de tonalidad un tanto más oscura. Pero lo importante no fue eso, sino la sonrisa que se le vio a ella durante todo el evento. A ella y a Cabré. A ellos dos y a Rocio. A los tres y al resto de los invitados. Ayer lo que se multiplicó fue la alegría y la felicidad.





