No fue un comentario más, ni una simple charla distendida. Fue Moria Casán. Fue Mario Pergolini. Y fue uno de esos momentos que nacen sin cálculo y terminan marcando la diferencia. En medio de una entrevista cargada de complicidad, risas y una historia compartida que vibra entre líneas, La One soltó una frase que dejó al conductor sin palabras y al estudio entero entre carcajadas y silencios atentos.
“¿Sabés lo que me gusta de vos, Mario Pergolini? Que no sos pajer...”. La oración irrumpió como un fogonazo en pleno aire de Otro día perdido, el programa con el que Pergolini regresó al ruedo radial. Moria, dueña de una lengua filosa y encantadora, fue al hueso sin pedir permiso, con esa mezcla de ternura y crudeza que la convierte en una de las voces más únicas del medio.
El momento nació desde el cariño, desde esa química vieja que no necesita visitas frecuentes para funcionar. “Me quedaría todo el día charlando con vos, es súper agradable, súper interesante, hemos estado en otras etapas... en otras vidas”, soltó Mario, como tanteando una historia que siempre fue distinta. Y Moria devolvió con una sonrisa cargada de sentido: “Me invitaste a tu radio, y yo nunca voy a la radio... pero a la tuya sí, Mario”.
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El ida y vuelta se volvió más íntimo, más revelador, cuando Moria eligió destacar algo que, para muchos, pasaría desapercibido: la distancia respetuosa, la falta de mirada invasiva, ese “no ser libidinoso” que -según su visión- escasea en los hombres de poder. “Hay tan poco hombre que no es mirón, y eso me encanta. Siempre mantuviste una distancia, un respetuoso, una cosa rara en el medio, conozco bastante. La mayoría no estaría respondiendo a eso”.
MORIA CASÁN PIROPEÓ A MARIO PERGOLINI AL AIRE
La frase, que podría parecer un exabrupto en otro contexto, terminó siendo un elogio singular, profundo y necesario. “Parece una vulgaridad, pero es que no es el tipo libidinoso. Es una grosería, tal vez, pero es como que no tiene la libinosidad que tienen los hombres de poder... algunos. Que tienen un poder mediático y que da asco”, reflexionó Casán.
Mario, lejos de reaccionar con incomodidad, se dejó atravesar por la escena y, con una mezcla de humor y desconcierto, respondió: “Es una buena remera para hacer”. Porque claro, cuando el halago viene disfrazado de picardía, lo mejor es devolver con una sonrisa cómplice.
Así fue como una entrevista más se transformó en algo único. Porque cuando Moria habla, se escucha distinto. Y cuando alguien como Pergolini se queda sin palabras, el gesto dice más que cualquier monólogo radial. Entre aplausos, silencios cómplices y frases que ya quedaron en la historia, se vivió un momento donde la irreverencia fue puro homenaje.
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