La vuelta que más le costó a Enzo Francescoli – Revista Paparazzi

La vuelta que más le costó a Enzo Francescoli

ROMANCES
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Donde hubo fuego, cenizas quedan. Suele repetirse una y otra vez, casi de memoria. Enzo Francescoli (57) puede dar crédito a esta frase con la que se suele enmarcar la vuelta, la segunda oportunidad que se dan dos personas que se aman. A fines de 2016, el manager de River se distanció de Mariela Yern (54), la madre de sus hijos Marco Bruno. Se conocieron en plena adolescencia y se casaron en 1984, cuando apenas tenía 23 años. Crecieron juntos.

 

Ella lo acompañó en la gloria y en la tristeza a medida que se fue haciendo dentro del mundo del fútbol. Cuando se separaron, desde el entorno de cada uno coincidieron en que el motivo fue solamente el desgaste de tantos años juntos y nada de terceros en discordia o cosas por el estilo. La rutina se apoderó de la pareja y, por el bien de lo que habían construido juntos, decidieron terminar de la manera más armoniosa posible. Es más, para no estar lejos de sus hijos, el Príncipe se había mudado a un departamento que quedaba a pocas cuadras de la casa que compartía con su familia. Incluso, Enzo y Mariela siempre siguieron en contacto telefónico y hasta se veían, si era necesario. Ese tiempo distanciados les sirvió para recuperar el fuego sagrado que alguna vez los unió. Luego de hablarlo, de decirse en la cara que se extrañaban, Francescoli regresó a la casa familiar con el mismo amor de siempre. Nada de pase de facturas… o sí.

 

Por lo bajo, parece que la única piedra en el zapato son las horas que él pasa en el club de Núñez, donde trabaja desde 2015. Más allá de esto, del lugar que no puede dejar más allá de que lo analizó un sinfín de oportunidades, hoy su familia ocupa un lugar preponderante. Este verano, aprovechando que River hizo parte de su pretemporada en Punta del Este, los Francescoli descansaron en las costas esteñas. A puro mate, sol y playa, disfrutaron de la estadía en tierras uruguayas.

 

Las obligaciones apremian y ya están de vuelta en Buenos Aires, cada uno ocupado en su trabajo. Claro, para no volver de nuevo a esa rutina que los hizo tambalear, las salidas están a la orden del día. Ir a comer afuera todos juntos, con nuera incluida, a ese restaurante que tanto les agrada, por ejemplo, es un cita obligada para tener el corazón contento… y la panza llena. 

Enzo Francescoli y su mujer, reconciliados

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