Haber quedado eliminada del Bailando por un sueño seguramente le habrá ocasionado a Barby Silenzi (33) un faltante en el arqueo de caja. Claro, desde el momento en que debió abandonar el certamen por decisión del público, sus bolsillos dejaron de embolsar el afluente de dinero que venían recibiendo una vez por mes. Más allá de elucubrar si lo que ganaba era mucho o era poco, lo cierto es que cuando se pierde un trabajo, la consecuencia directa se empieza a notar en la economía hogareña. Comienzan los recortes presupuestarios, se eliminan los gastos innecesarios y la birome y el papel reaparecen para sacar cuentas antes de afrontar una compra o utilizar la tarjeta de crédito. Claro que de todos modos, más allá del rol protagónico que ejerce la plata en el girar del mundo, tampoco es que perder este contrato ha sumido a la ex de Francisco Delgado en un pozo depresivo irreversible.
La bailarina se las ingenia para llegar a fin de mes sin la obligación de andar pidiendo prestado. Con la popularidad que adquirió con su paso por la pista más famosa del país, desde luego que le llegan ofrecimientos laborales de manera continua, a lo mejor no con la regularidad de un contrato, pero sí presencias o participaciones esporádicas que se pagan muy bien, en boliches o en eventos privados. Aparte, el hecho de haber aflojado un poco la intensidad de los ensayos le permite reencontrarse con sus afectos de la manera deseada. Es decir, compartiendo más tiempo, por ejemplo, con su hija Elena, que tanto la acompañó a los estudios de La Corte para ver bailar a su mamá mientras la aguardaba en brazos de su niñera o bien de su papá, el ex ganador de Gran Hermano. La beba ha sido en alguna circunstancia el blanco del conflicto entre sus papis, que están separados, y si bien ambos trataron de conservar una relación por lo menos decorosa, en determinadas ocasiones discutieron por diferencias vinculadas a la crianza de Elena. Sobre todo cuando empezó a tallar Gisela Bernal, quien vivió un episodio bochornoso al declarar de un día para el otro que el padre de su hijo Ian era Delgado y no Ariel Diwan, que convivía con ella y estaba creído, hasta ese momento, de serlo él.
Desde entonces nació una especie de “pica” entre Silenzi y Bernal, al punto de denunciarse mutuamente en los programas de televisión por supuestas maniobras para que Delgado pasara más tiempo con Ian que con Elena o viceversa. Barbie, de todas formas, está alejada del ruido y le dedica sus energías a la pequeña. Salen de compras o a tomar helado. Se las ve muy compinches, como con deseos de recuperar el tiempo en que Barby no pudo estar con ella por los compromisos del Bailando. Hoy es distinto. Hay menos dinero, pero hay mucho más amor.
Con el changuito vacío
