La guerra mediática entre Ángel de Brito y Fernanda Iglesias sumó un capítulo inesperado y mucho más filoso que los anteriores. Después de varios días de indirectas, acusaciones e insinuaciones, el conductor de LAM decidió dejar atrás el silencio estratégico y responder con la contundencia que lo caracteriza. Y no se guardó absolutamente nada.
Todo comenzó cuando, en pleno conflicto con Yanina Latorre, Fernanda lanzó un durísimo descargo en redes y programas donde aseguró que De Brito estaba “manejado” por su histórica panelista.
También afirmó que en LAM la habían tratado mal, que había vivido situaciones “penosas” y que la remuneración no había sido justa. La periodista incluso insinuó que el conductor había permitido destratos hacia ella durante su paso por el ciclo.
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Si bien Ángel respondió al pasar en un primer momento, la frase que reavivó el fuego fue categórica: “Le dejé pasar muchas actitudes poco profesionales”. Ese comentario no cayó nada bien del lado de Iglesias, que volvió a apuntar contra él. Y fue entonces cuando el líder de LAM decidió ir por todo.
“Ella habla y yo contesto. Si le molestó lo que dije, lo lamento, porque ha dicho cosas peores”, disparó en el programa. “Dijo que la tratamos mal, que le pagamos dos mangos… Si habla, que se banque la respuesta”. Luego, en su espacio Ángel Responde, profundizó aún más.
De Brito aseguró que Fernanda tiene un problema personal con Yanina Latorre y que aprovecha para generar contenido “ganchero”. Sin embargo, lo que más lo enojó fue la versión que ella dio de su salida de LAM: “¿Por qué me voy a bancar que diga que soy maltratador y misógino? Fue amiga mía durante 25 años y trabajó conmigo 3. ¿Recién ahora se da cuenta? Ella misma dijo en todos lados que se fue por plata”.
La tensión escaló cuando Ángel reveló un dato desconocido sobre la relación laboral entre ambos: “Podría decir también que le ofrecí la producción periodística de LAM porque confiaba en su trabajo. La llamé porque era buena, pero después dejó de serlo. Y se lo dije en la cara”.
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Pero el golpe final llegó con la frase que encendió todas las alarmas del mundo del espectáculo: “LAM no la necesita. El programa es un éxito, y el ciclo en el que trabaja ella es un fracaso total. Si fuera buena, sería un éxito”.
Una sentencia que selló un quiebre definitivo entre dos figuras que fueron amigas por décadas y que hoy protagonizan una de las internas más duras del año. En medio de acusaciones cruzadas y heridas abiertas, la sensación es que este conflicto está lejos de apagarse.
