La emoción brota de los poros, la alegría le desborda el rostro y le genera una sonrisa gigante, que no se borra con nada. Elba Marcovecchio caminan por las nubes, flota por el aire de felicidad por las emociones que experimentó el sábado a la noche.
La abogada disfruta de las mieles del casamiento que protagonizó con Jorge Lanata, en una celebración tremenda que realizaron en un predio fastuoso en la localidad de Exaltación de la Cruz, el mismo punto de la provincia bonaerense en el que se produjo la boda de Stefi Roitman y Ricky Montaner.
Todavía embelesada, y con las burbujas a flor de piel, Elba habló en Nosotros a la mañana y compartió detalles desconocidos del casamiento. Así, la letrada reconoció las vibraciones que latían en la pareja tras el cierre del evento: “Las primeras horas de casada estábamos un poco pasados de rosca”.
El Pollo Álvarez le tocó las fibras íntimas y le preguntó: “¿Fue la noche soñada?”. Lo que activó la sincera descripción de Marcovecchio: “¿Vos sabés que sí? Porque fue todo lindo. Fue linda la Iglesia, para mí fue absolutamente emotiva, y lo fue para lo que son los casamientos a esta edad, con pocos invitados. Eso lo hizo más íntimo y más cálido. Fue hermoso”.
Hasta que la abogada se sumergió en un tema peculiar de los casados, que se vincula con la decisión de evitar la convivencia, de no compartir el techo y mantenerse cada uno en su hogar. “Equipo ganador no se cambia. Estamos fantásticos así, estamos a pasitos y pasamos mucho tiempo juntos”, reveló y generó una mayúscula sorpresa.
Además narró las secuelas en el cuerpo de los tortolitos y confesó cómo fueron esas primeras horas del domingo: ”El primer día de casados dormimos, ¡pero vos no te podés imaginar cómo dormimos! Había mucha adrenalina por el casamiento, por todo. Así que aprovechamos y dormimos como nunca”.
