Elba Marcovecchio abrió su corazón y relató con crudeza cómo atravesó los primeros meses tras la muerte de Jorge Lanata. La abogada admitió que seguir en el mismo edificio donde vivieron juntos se convirtió en un desafío emocional: “Vivir en el mismo edificio me trae esa sensación de ambivalencia, de su ausencia y de su presencia”.
La letrada confesó que tomó distancia de un espacio muy especial: el lugar de trabajo del periodista: “No volví a entrar porque ahí pasa algo que es tremendo para mí, al estar cerrado, tiene su olor, tiene su perfume todavía”. Para ella, ese ambiente congeló el tiempo.
En su casa, cada objeto tuvo un valor emocional más fuerte que antes: “La presencia de Jorge es más grande que todo lo que tenía, es su vivencia”. Luego sumó un detalle íntimo de su día a día: “En el comedor de casa, hay una cabecera que es de él y yo uso la otra”.
La abogada reconoció que todavía lleva la alianza de casada: “Yo lo tengo acá, es muy difícil sacarse la alianza. Es tremendo el término ‘viuda’, te marca la ausencia porque cuando uno se separa toma la decisión”. Para ella, el anillo funcionó como un símbolo que mantuvo vivo el lazo con Lanata.
EL HOMENAJE DE ELBA
El recuerdo de Jorge también estuvo presente en fechas especiales. Cada mes que pasó desde su partida, Elba y las hijas del periodista, Bárbara y Lola, lo homenajearon en redes sociales. En septiembre, cuando Lanata hubiera cumplido 65 años, su esposa le dedicó unas palabras: “Feliz cumple mi amor. Quisiera dormir y al despertar encontrarte acá. Te extraño, tanto, nos quedó tanta vida por vivir”.
Ese homenaje no terminó en el mensaje escrito, sino que incluyó un gesto concreto. Elba compartió la última canción que ambos escucharon juntos: “J. S. Bach: Orchestral Suite No. 3 in D Major, BWV 1068: II. Air ‘on the G String’”, interpretada por David Bell y la Berliner Philharmoniker bajo la dirección de Herbert von Karajan.
