El aire en el estudio apenas se movía cuando Hernán Drago soltó una frase que nadie esperaba. Frente a Maia Chacra, el modelo rompió el silencio con una mezcla de pudor y necesidad: hacía un mes había perdido a su padre. Lo contó sin artificios, casi como si se le escapara entre los labios.
“Todavía ni siquiera lo conté en los medios... ahora que ha pasado un tiempito, por la herencia del apellido. Hace un mes falleció mi papá, y es la primera vez que lo digo públicamente”, confesó, dejando al equipo sin palabras.
El estudio se volvió un refugio de empatía. Maia, con la sensibilidad que la caracteriza, quiso saber más sobre aquel hombre que había dejado una marca tan profunda. Preguntó su edad, intentando reconstruir una vida que ahora se medía en recuerdos. Él respiró hondo antes de responder: “Mirá, es interesante tu pregunta, sobre todo por la respuesta”, dijo, dejando entrever que detrás de cada palabra había una historia de amor y despedida.
El modelo relató con crudeza los últimos años de su padre. “Durante la pandemia dejó de relacionarse, dejó de hablar y empezó a olvidarse. Después tuvo demencia senil... un día se perdió saliendo de casa y terminó con Alzheimer. Tuvimos que llevarlo a un geriátrico para que tuviera cuidado las 24 horas”, recordó con la voz apenas firme.
LA CONFESIÓN DE HERNÁN DRAGO
El relato tocó una fibra universal: el miedo de ver desvanecerse a quien uno ama. “Fue mejor que haya sido así, que no sufriera. No sufrió. Todos —sus hijos, mi vieja, la familia— queríamos eso”, aseguró con serenidad, como quien logra encontrar calma tras una tormenta.
Y entonces, con el corazón en la mano, resumió su herencia emocional: “Fue un gran padre y me dejó el legado del apellido. Se cuida, se respeta, porque él fue una de las mejores personas que conocí en mi vida”. Una declaración tan íntima como luminosa, digna del hombre que la inspiró.


