Hay fechas que marcan. Que no necesitan presentación. El 24 de julio, para muchos, es solo un día más del calendario. Sin embargo, en la casa de Dalma Maradona, esa jornada tiene otra vibración: Azul, la hija menor de la actriz y Andrés Caldarelli, está de cumpleaños. Y como todo en la familia Maradona, la celebración no pasa desapercibida.
“Te amo hasta las estrellas con todo mi corazón, mi alma y mi amorrrr”, escribió Dalma a través de sus redes sociales, desbordada de ternura, y con mayúsculas, como para que el mundo entero lo escuche. Azul no solo es la más chiquita del clan, sino también una especie de torbellino lleno de rulos, carcajadas y canciones de Lali Espósito. Una criatura que vino a agitar la rutina y a completar el cuadro familiar con su energía desbordante.
“Cuando jurábamos que nadie iba a deslumbrarnos como lo había hecho Roma, llegaste vos a decirnos ‘acá estoy’, y puedo ser tan fantástica como la increíble hermana mayor que tengo”, confesó Dalma, transmitiendo por la pantalla ese amor de madre que no necesita decorados.
Lo cierto es que la pequeña Azul llegó y se adueñó de la vida de la familia, de la música de la casa, de cada rincón pintado o cada pared. La hija de Claudia Villafañe la define como su “terremotito”, su “dulce Chuky”, esa niña que no se detiene y que hace del acto de vestirse un show con público obligado. La verdadera revolución del hogar.
EL DULCE MENSAJE DE DALMA MARADONA EN EL CUMPLE DE SU HIJA AZUL
“Qué hermoso es ser tu mamá”, siguió Dalma. Una frase que parece simple, pero que en su voz contiene todo. Incluso ese dejo de nostalgia que atraviesa a cualquier madre que ve crecer a sus hijos demasiado rápido. “No puedo creer lo rápido que pasa y me da un poco de nostalgia no tener más bebés en casa”, confesó, dejando entrever ese suspiro que se escapa entre cumpleaños y travesuras.
Pero Azul no solo tiene a su mamá rendida. Su tía, Gianinna Maradona, también le dedicó unas palabras llenas de emoción: “Gracias por llegar a ponerle amor, alegría, dulzura y ser un tobogán para volver a ser felices”. Y cerró con una de esas frases que quedan tatuadas: “Seguí abrazándome así, sos mi curita”.
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El amor gira en torno a la pequeña -sin olvidar a Roma, la mayor-. Aunque pinte sillones, empuje a su hermana o derribe alguna que otra pared. Porque en ese caos encantador, Dalma encuentra lo que más quiere conservar: la felicidad de ser mamá… y de tener una pequeña fiesta llamada Azul.
