Más allá del apellido, de lo que representa y la historia que tiene su familia dentro de la sociedad Argentina, Martita Fort guarda algunas cosas del gen Fort y se despega de otras. Por la educación que recibió de su padre Ricardo, de su tutor, Gustavo Martínez, el dinero, a diferencia de lo que muchos pueden llegar a pensar, no ocupa un lugar importante en su vida.
En una entrevista con la revista Gente, la quinceañera respondió sobre los regalos que recibió. En realidad, no contó con que obsequios la sorprendieron los invitados a la fiesta, sino que la pregunta la invitó a reflexionar e ir más allá, a otro momento de su vida: “No fue ahora lo más lindo que me regalaron. Fue la fiesta sorpresa que me organizó mi papá cuando cumplí siete años, en Mar del Plata. ¿Sabés qué? No me gusta que me regalen plata, porque a la plata no le doy ningún valor”.
En otra parte de la nota, no dudó en hacer público un reclamo para Felipe, su hermano mellizo. En todo de broma, le hizo un duro reclamo, pero también, se hizo cargo de su parte. “De mi hermano no recibí ninguna felicitación, ni me hizo ningún regalo. Bah, yo a él tampoco”.
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Fresca, experimentando de apoco esto de ser famosa por herencia y no por buscarlo, Martita dice tomarse con tranquilidad su paso por el medio. Consciente de que cada palabra se amplifica, como cuando días atrás dijo que es bisexual, camina sin preocuparse demasiado. “Honestamente, a mi mucho no me cambia ser famosa. Voy a seguir siendo igual. Al que le guste bien; al que no, no me importa”.
La hija de Fort tiene grandes recuerdos de su papá.
