Gran comediante, actriz de raza y vocación, buena conductora, referente popular durante muchísimos años y, sobre todo, mujer de convicciones y una adelantada a los tiempos ya que habló de la violencia de género y la denunció mucho antes de que llegaran las refrescantes nuevas tendencias, Haydée Padilla ha dejado una huella indeleble en todos aquellos que la conocieron y compartieron trabajos con ella, quienes la recordarán por siempre y mantendrán vigente su recuerdo y su memoria. La reconocida y querida artista falleció hoy, en Mar del Plata, a la edad de 86 años.
El deceso de Padilla se produjo en la Ciudad Feliz, donde vivía junto a su hija, debido a causas naturales según las primeras informaciones que llegan desde allí. La noticia causó pesar en gran parte del ambiente artístico, donde Padilla transitó décadas enteras como primera figura. Para los jóvenes, en cambio, es probable que sea un nombre un tanto desconocido ya que hacía varios años que estaba retirada de la profesión.
Padilla fue una reconocida actriz tanto en el cine como en la televisión, pero fue su personaje de "La Chona" la que indudablemente la volvió una figura popularísima, un ícono del idioma "callejero o más hogareño o chabacano que estrictamente riguroso o dictrinario" y le permitió no sólo ganar fama, sino también lograr un ingreso que, dentro de todo, le permitió disfrutar de un buen pasar.
La Chona era una mujer de barrio con todo lo que tenían las señoras de aquella época. Eran, evidentemente, otros tiempos. Fue tan grande el suceso que hasta la pusieron a competir con los ya muy exitosos almuerzos de Mirtha Legrand. El programa se llamó "Almorfando con la Chona" y fue, por cierto, un intento por ironizar con los glamorosos tentempies que ofrecía la diva para sus comensales. En aquel entonces se dijo, ya, que Mirtha siempre estuvo enojada con ella, pero el tiempo cicatriza las heridas y se cuenta que pudieron zanjar esas diferencias.
Además de ser una artista talentosa y muy cercana a la gente, Padilla era una mujer inteligente y -según relatan quienes la conocieron- también muy apasionada. Fue pareja de Federico Luppi, considerado en esa época el primer actor del cine nacional. Un verdadero intocable que recibía elogios, aplausos y distinciones a cada paso que daba. Una película de Luppi era, por aquellas épocas, garantía de éxito en la crítica y en la taquilla de las boleterías, lo que más les interesaba a los productores.
Pero la felicidad de aquella pareja era tan solo un maquillaje que no alcanzó a tapar las desdichas y el infierno que sufría Padilla puertas para adentro. Antes que muchas otras, convencida de que debía dar la cara y exponer la situación primero para salvarse ella pero también para abrir los ojos de muchas otras que naturalizaban los castigos que recibían, fue una de las primeras en admitir en público que había sido víctima de violencia de género, algo que siempre consideró inaceptable desde todo punto de vista.
