Quince años después, Marcelo Tinelli decidió ponerle punto final a uno de los rumores más insistentes del mundo del espectáculo: el famoso “mito del desodorante”. En diálogo con Ángel de Brito en Bondi, el conductor repasó el origen de esa versión, el impacto íntimo que tuvo puertas adentro y el modo en que eligió desactivarla con humor.
“Un par de periodistas pusieron en un libro cosas tremendas. Una fue lo del desodorante, que habían cerrado una guardia. Mis hijos me preguntaron. ‘No, mi amor’, les dije. También decían que era gay con el Cholo Simeone y con Alan Faena, y que hacía fiestas con travestis”, relató, dejando en claro que aquella etapa fue dolorosa.
Lejos de alimentar la bola, Tinelli eligió el camino de la ironía. En su programa de streaming Estamos de Paso, se animó a jugar con el chiste: apareció con un envase de antitranspirante en la mano mientras Pachu Peña remataba la escena con chicanas a pura carcajada.
El objetivo, según contó, fue quitarle dramatismo a una mentira que ya había hecho demasiado ruido. Hoy, dice, puede reírse del tema. Aun así, el conductor evitó dar nombres propios sobre los responsables de instalar la versión, aunque reconoció que con uno de ellos tuvo una conversación privada recientemente.
EL RUMOR QUE ACOMPAÑA A MARCELO TINELLI HACE AÑOS Y RECIÉN AHORA HABLÓ:
El gesto habla más de pasar de página que de abrir un frente nuevo. De hecho, en el mismo reportaje repasó su presente personal y laboral con naturalidad: el vínculo con sus hijos y sus ex, su rol en San Lorenzo y su nueva etapa en streaming.
El repaso de Tinelli deja dos claves. Por un lado, el costo emocional que pueden tener los rumores cuando se naturalizan en el consumo masivo: él mismo recordó que sus hijos le preguntaron si era cierto, una muestra de cómo el ruido de la farándula se filtra hasta lo más íntimo.
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Por el otro, la decisión de resignificar el mito desde el humor como forma de desactivarlo, sin victimizarse y sin echar leña al fuego. Con su estilo de siempre, Tinelli no se escondió. Negó la versión de forma explícita ante su familia —“No, mi amor”—, eligió no escrachar a nadie al aire y, cuando pudo, lo convirtió en gag.
Cerró el capítulo con un mensaje implícito: las leyendas urbanas pueden durar años, pero la verdad también sabe encontrar su primer plano.
