Siendo padres de cuatro hijos, Oscar Ruggeri y su esposa, Nancy Otero, pasaron la mayor parte de su vida habitando en una casa llena de risas, alboroto y compañía. Pero, en los últimos días, el panorama cambió por completo a partir de la decisión que tomó Federica, su hija menor.
“Es un tema… Nos quedamos solos”, reconoció el comentarista de fútbol, con la mirada baja, en la pantalla de ESPN, donde habló a corazón abierto sobre el síndrome del nido vacío que experimentan actualmente con su pareja, una situación novedosa, todavía extraña, que catalogó de “brava”.
“Estamos grandes, nosotros”, se sinceró Oscar con el conductor Sebastián Vignolo, y dejó en claro que todavía no se acostumbra a la ausencia en el hogar de “Fefi”, que está por cumplir 25 años. “Te levantabas a la mañana y cruzaba; venía, saludaba, desayunábamos, comíamos…”, dijo, emocionado.
Desolado con el vacío con el que se encuentra al caminar por su casa, que parece más grande que nunca, el papá de Cande señaló el impacto que le produce encontrarse con las camas vacías en las piezas de sus hijos. A la vez, confesó que el nido vacío repercute en su pareja. “Nos pegamos cada cruce con Nancy en la casa”, admitió.
“Hay un silencio raro, porque uno no está acostumbrado. De vivir toda una banda adentro, quedaba ésta, que estaba firme con nosotros, y un día se fue. Un tema…”, comentó, y contó que, antes de ayudar a Federica con la mudanza, chequeó la seguridad del nuevo barrio. “Agarré el auto una noche sólo, y fui a dar una vuelta por dónde iba a vivir”.
“Quería saber de noche si andaba la policía, si había custodia, seguridad. Cuando me dijo el lugar, me gustó. Sé que la espera una persona. Hablamos con unos vecinos. Estamos contentos, porque ella está contenta”, señaló Ruggeri, en parte aliviado por el lugar que eligió su benjamina para independizarse.
Finalmente, el exdefensor reflexionó sobre las preocupaciones que se estrenan con el nacimiento de los hijos y cambian en cada etapa de su crecimiento. “Cuando somos papás, empezamos a saber lo que es tener miedo a la vida: “Cuando te nace tu hijo, empezás a decir a la noche: ‘Che, estás respirando?’”.
“Cuando salen, que son adolescentes… traía a todos los pibes. Sos un remisero. Ahí, entendí a mi mamá, que no dormía en toda la noche hasta que no volvieran”, expresó Oscar, sincero, y ya resignado a que toda una etapa de su vida acaba de llegar a su fin.
