La miniserie española Ángela irrumpió este 2025 en Netflix como un éxito inesperado: con apenas seis episodios alcanzó el liderazgo en audiencia global en cuestión de días.
Desde su arranque, la historia sorprende. Ángela, interpretada por Verónica Sánchez, parece llevar una vida ideal: un hogar confortable, dos hijas adorables y un marido respetado. Pero esa fachada se desmorona cuando el relato deja ver una realidad oscura: control, manipulación y abuso emocional encubierto.
El guión que propone Netflix es firme, directo y sin concesiones; se adentra en el laberinto del “gaslighting”: gestos, silencios e insinuaciones que poco a poco carcomen la identidad de la protagonista. Esa sutileza en el tratamiento del maltrato convirtió a Ángela en un thriller psicológico con resonancia social.
El punto de inflexión llega con la aparición de Edu, a cargo de Jaime Zatarain, un personaje que reaviva esperanzas: una pasión olvidada y una posible vía de escape de ese infierno doméstico. Pero lejos de clichés, su ingreso abre una telaraña de secretos, dudas y consecuencias que sostienen la tensión hasta el final.
LA MINISERIE ESPAÑOLA QUE CAUSÓ FUROR EN EL MUNDO
Lo contundente de Ángela no está en la violencia explícita, sino en su capacidad para retratar cómo el daño psicológico puede ser tan letal, o más que el físico. Esa fuerza narrativa, combinada con actuaciones creíbles y una atmósfera claustrofóbica, atrapó a miles desde el primer episodio.
Pese a su formato breve, la miniserie de Netflix enganchó tanto que muchas personas la maratoneron en una sola noche. Esa inmediatez, sumada al “boca a boca” digital, disparó su popularidad sin necesidad de una campaña publicitaria masiva.
Quizás por eso Ángela provocó más que debate: fue un disparador de conversaciones sobre relaciones tóxicas, dependencia emocional y violencia doméstica. Ideal para quienes buscan ficción intensa pero también reflexiva. Si todavía no la viste, este es el momento: pocas veces una miniserie tan breve impactó con tanta fuerza.



