Mientras MasterChef sigue siendo uno de los programas más fuertes de la televisión argentina, en las últimas horas salieron a la luz una serie de chismes y situaciones internas que dejaron expuesto el verdadero clima que se vive detrás de cámaras. En SQP, contaron con lujo de detalles cómo fue una jornada de grabación marcada por tensiones, reclamos y una llegada tardía que no cayó nada bien.
El dato que encendió la polémica fue claro: Wanda Nara llegó una hora tarde al estudio. Según relataron, la citación era a las 8:30 de la mañana para comenzar a grabar a las 9:30, pero pasadas las 8:30 muchos ya estaban listos, sentados en sus camarines, mientras veían por televisión que Wanda aún estaba haciendo declaraciones fuera del estudio. Nadie avisó oficialmente el retraso y el malestar empezó a crecer.
“Estuvimos todos esperando”, explicó Yanina al aire. Para varios participantes y figuras invitadas, la situación fue vivida como una falta de respeto, sobre todo teniendo en cuenta que muchos se levantan desde muy temprano para llegar listos, maquillados y preparados. “Yo estaba sentada en el camarín viendo a Wanda en la tele y no entendía nada”, relató.
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Si bien luego se explicó que el retraso tuvo que ver con un tema judicial y que Wanda llegó ya producida, maquillada y lista para grabar, eso no evitó el enojo interno. El punto que más ruido hizo fue la doble vara: mientras algunos deben cumplir estrictamente todas las normas del programa, otros parecen tener permisos especiales.
En ese sentido, se habló de privilegios visibles: camarines individuales con baño, celulares dentro del estudio, acompañamiento permanente de producción y la posibilidad de entrar con equipo propio de maquillaje y peinado. Algo que, según contaron, generó reclamos silenciosos entre varias participantes que no cuentan con esos beneficios.
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El clima backstage fue descripto como “una NASA”: controles estrictos, celulares retirados, movimientos vigilados y horarios cronometrados. Sin embargo, no todos juegan con las mismas reglas. “Sentís que hay una estelaridad que el resto no tiene”, deslizaron.
A pesar de todo, destacaron que el grupo humano es bueno, que hay compañerismo y que muchos se llevan bien, pero las diferencias de trato y las llegadas tarde sin aviso generan rispideces inevitables.
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Mientras tanto, Wanda sigue siendo señalada como la reina indiscutida del certamen, con un lugar de poder que se nota tanto dentro como fuera de cámara. Y aunque el programa mantiene su brillo en pantalla, lo cierto es que detrás de escena, el clima está lejos de ser tan prolijo como parece.
Porque en MasterChef no todo se cocina frente a las cámaras: llegadas tarde, reclamos internos, favoritismos, camarines separados, celulares controlados y tensiones silenciosas marcan el verdadero pulso del certamen.

