Jason Momoa sabe que un traje de superhéroe se puede quitar, pero la camiseta metalera no. Y lo demostró el pasado sábado 5 de julio en Villa Park, Birmigham, donde Black Sabbath dijo adiós con su maratón ‘Back to the Beginning’. El actor de Hollywood fue como conductor del evento, pero la formalidad le duró muy poco.
Las cámaras captaron el momento donde Jason presenta a la banda invitada, sonriente, con voz grave… todo parecía estar bajo control. Sin embargo cuando sonó el primer acorde de ‘Cowboys From Hell’, sus ojos se dirigieron de lleno hacia el campo.
Y entonces sucedió: Momoa tiró el guión, saltó la valla y se hundió en el pogo como un fan más. Empujones, cabeceos, cuernos en alto. Del protocolo a la locura total en un solo salto; el clip voló por redes y el actor hawaiano se convirtió en tendencia mundial.
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La escena cobra otro sentido cuando se escucha su propio trasfondo. En diálogo con Kerrang! había confesado que llegar al recital fue casi un acto de fe: “Básicamente les rogué por un boleto”, dijo. El giro se dio cuando sonó su teléfono. “Ross Halfin… me preguntó si iba a estar ahí. Le dije que estaba intentando conseguir una entrada, y me dijo: ‘Sharon quiere que seas el presentador’”. Esa persona no fue otra que Sharon Osbourne, guardiana oficial de la leyenda Sabbath.
EL DESCONTROL TOTAL DE JASON MOMOA EN EL SHOW DE DESPEDIDA DE BLACK SABBATH
Momoa aceptó con una sinceridad brutal: “Voy a estar cagado de miedo, pero al mismo tiempo es el jodido concierto de metal más grande en la historia”. Y ese miedo se transformó en combustión pura cuando vio el vallado y la tribu saltando. Perdió la compostura, ganó una anécdota eterna.
Lo cierto es que Jason jamás escondió su devoción por la banda que marcó su adolescencia. “Ozzy es todo para mi. Sabbath es jodidamente todo. Recuerdo que la primera canción que les puse a mis hijos fue una de Sabbath”, contó con orgullo. Aquella herencia sonora explotó en Villa Park, donde la despedida se tiñó de sudor y virales.
Entre tema y tema, Momoa regresó al escenario con la camiseta empapada, la sonrisa intacta y el guion arrugado en la mano. Saludó, presentó el siguiente acto y le guiñó un ojo a la multitud que acababa de adoptarlo como héroe sin capa. En el fondo, sabía que había vivido la versión romántica de todo fan: entrar pidiendo un ticket y salir habiendo anunciado a tus ídolos… más un pogo que ni Instagram podrá olvidar.


