Todo se dio muy rápido. Casi en un parpadeo. La separación fue tan sorpresiva como el reencuentro. En un lapso de 60 días, Floppy Tesouro (34) transitó por sensaciones definitivamente opuestas. Angustiada, en diciembre la modelo aceptó que las diferencias conyugales habían provocado el final de su relación con Rodrigo Fernández Prieto (40).
Su testimonio invitó a pensar, en su momento, que difícilmente conseguiría restablecer su vínculo matrimonial con el padre de su hija, pues Floppy, con honestidad, habló de “discusiones casi continuas y situaciones feas que no nos hacían bien”. Cuando parecía que finalmente la ex Gran Hermano intentaría dar vuelta la página y en su perspectiva hacia el horizonte imaginaría la llegada de un nuevo amor, en enero, apenas comenzado 2020, su corazón experimentó una bella metamorfosis. Una transformación a cero, como si una suerte de déjà vu se hubiera animado a convertir su destino en “un museo de grandes novedades”, como cantara en los años 90 Gustavo Cordera y la Bersuit Vergarabat.
Fue, claro, como si el futuro repitiera el pasado. Porque la propia panelista de Incorrectas…, que con perceptible pesar había notificado públicamente la disolución de su amor con el empresario, confirmó junto a Fernández Prieto que habían decidido darse una segunda oportunidad. Algo que a simple vista parecía improbable, básicamente por las palabras de Floppy una vez que optó por blanquear su separación públicamente.
“Lo que quiero dejar en claro es que yo no quería, obviamente, que esto le pasara a mi familia, porque escuchaba a todo el mundo decir que al primer momento malo tiran la toalla. Digo, acá no se trata de tirar la toalla, acá se trata de ser honestos con lo que nos está sucediendo”, fue el inicio de su relato al momento de oficializar la ruptura.
Con sinceridad, la cantante explicó: “Tuvimos una charla súper civilizada con Rodrigo, ante todo fuimos siempre mejores amigos y eso hace que uno tenga mucha confianza con el otro para hablar de lo que sea. Tuvimos una conversación de casi cuatro horas, fuimos honestos con esto que nos está pasando. No nos estamos encontrando, él es una gran persona y gran papá, pero como pareja a veces uno elige un camino y otro elige otro”.
Con estas palabras, intuir que en apenas un par de semanas todo volvería a la normalidad, aparentaba asemejarse a una quimera. Sobre todo cuando la modelo remarcó que “debo ser honesta con esto que me está pasando. Yo en mi pareja busco a un compañero de vida. Quizás me subí un poco a la moto ésta de ‘más libertad’ que al principio se te muestra como todo muy lindo y divertido. A mí realmente me encanta salir con amigas, pero también me encanta sentirme acompañada y protegida”.
Un contexto difícil que no justificaba prácticamente ningún margen para que Floppy se esperanzara con una reconciliación tan repentina, como se terminó dando en sólo un puñado de semanas. Después de recibir el año en Punta del Este, ciudad a la que viajó junto a Moorea para oxigenarse y renovar el caudal anímico, Tesouro regresó con la noticia bajo el brazo. Feliz, contó que después del sabor amargo que le había dejado una separación tan difícil, la morocha gritó a los cuatro vientos que nuevamente con Rodrigo iban a compartir el mismo techo.
“Lamentablemente necesitó este cimbronazo, que fue duro, pero lo ayudó a darse cuenta de lo importante. Entendió que en una familia tiene que ceder en los pequeños detalles y en los momentos importantes”, señaló la cantante para especificar que, efectivamente, Rodrigo había accedido a realizar un mea culpa y garantizar un cambio en su comportamiento. “Por suerte, Rodri cedió con el corazón y con honestidad”, finalizó Floppy quien, en un abrir y cerrar de ojos, pasó de la desolación a la ilusión de cara al futuro. A un museo, sí, de grandes (y excelentes) novedades.
