Salieron durante cinco años y apenas unos pocos se enteraron que estaban de novios. En secreto también mantuvieron el embarazo y conservaron la fórmula del silencio cuando se casaron, tiempo más tarde. La historia de amor entre Adele y Simón Konecki se ha caracterizado por el hermetismo. Un aspecto que tanto la cantante británica como su marido impusieron ante los medios de prensa, que a la hora de buscar una entrevista o bien información fehaciente sobre la pareja, chocaron contra un pared.
Por eso ahora, el mundo del periodismo se vio tan sorprendido como los miles de fans que hace rato deliran con las canciones de Adele. ¿Qué ocurrió? Se separaron. Y previsiblemente, no trascendieron detalles acerca de los motivos que desencadenaron un adiós que si bien parece intempestivo, representaría la consecuencia de una relación que ya se venía desgastando.
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Previsiblemente, la confirmación de la ruptura fue comunicada formalmente por sus representantes, Benny Tarantini y Cari Fish, quienes a través de un comunicado dijeron que "Adele y Simón pese al distanciamiento ambos se comprometieron que privilegiar la crianza de su hijo, Angelo”.
Para los medios especializados en el espectáculo, fundamentalmente de Inglaterra, la disolución de este matrimonio justificó las portadas de las revistas y espacios extensísimos en los programas que se ocupan del ir y venir de la farándula. Fronteras afuera también hubo ruido, principalmente en aquellos países donde Adele es una artista querida y respetada. En las redes sociales los fans buscaron obtener datos certeros de lo acontecido, pero desde luego que ni la cantante ni su círculo allegado agregaron algo más. ”Quieren privacidad. No habrá más comentarios”, fue la escueta exlicación que consiguieron.
Los millones que están en juego son importantes.
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A seguirla remando, Adele.
