Eliana Guercio y Sergio Romero mostraron la "obra de arte" que hicieron en familia

13 de febrero de 2019

Más allá de la diferencia de edad y contra todos los prejuicios que se presentaron por ese tema, ellos supieron aislarse de todo para construir una familia como pocas. La historia de amor comenzó en el año 2007 casi por casualidad, en Comodoro Rivadavia, ciudad de donde es oriundo Sergio Romero (31) y donde llegó Eliana Guercio (41) para hacer una presencia en un boliche. El estaba disfrutando de su descanso luego de haberse consagrado en el Sub 20, sin saber que iba a conocer al amor de su vida. Al año siguiente se casaron, y con tan sólo una frase la rubia proyectó lo que siempre imaginó y pudo lograr. “Este es el nacimiento de mi familia, algo mucho más importante que mi carrera profesional”. Siendo en aquel momento la vedette que todos los elencos querían y una de las figuras de Showmatch, dejó de lado sus sueños de purpurina y corrió a los brazos de Chiquito.

Se fueron a vivir a Holanda y, mientras él crecía profesionalmente, empezaron a llegar los hijos. Fruto del amor que se tienen hoy son felices junto a Jazmín (7), Chloe(4) y Meghan (1), sus tres niñitas. Dicen desde el entorno que la pareja no ve con malos ojos ir por el varón… ¿Y si llega otra nena? ¡Bienvenida sea! La familia numerosa es lo que siempre anhelaron. Hoy, el clan Romero-Guercio está en Inglaterra, instalados en la ciudad de Manchester. Se sienten cómodos con la vida que llevan y lo demuestran en cada acto. Más allá de que la familia se extraña, por el momento no ven con buenos ojos volver. Las nenas van al colegio allá y están contentos con la educación que reciben. Disfrutan de cada detalle y ni el frío polar los hace cambiar de opinión.

¡Qué muñeco! El frío extremo llegó a Europa y, con las bajas temperaturas, las primeras nevadas empiezan a caer. Las postales blancas se multiplican y no son pocos los que aprovechan para armar el clásico muñeco de nieve. En uno de sus días de descanso, el arquero del Manchester United y su familia salieron al jardín de su casa para divertirse con la primera nevada. Abrigados para la ocasión, le hicieron frente al frío polar y… ¡manos a la obra! El resultado fue un gran muñeco al que no le faltó nada: bufanda, sombrero, botones, dos ramas que sirvieron como brazos, los ojos, una gran sonrisa y hasta una zahoria como nariz. Con el producto terminado, retrataron el momento con ellos sosteniendo la misma sonrisa que el muñeco. Las nenas se divirtieron de lo lindo, y los padres, como dos chicos más, no se quedaron atrás en este divertido juego invernal.