"Estaba por recibirse de médico, estaba por terminar la carrera de medicina, pero por dentro sentía que su deseo era otro, que su pasión no era esa sino la cocina. Entonces un día se decidió y arrancó con todo". Ninguna frase pueda definir a Guillermo Calabrese, fallecido hoy a los 61 años, como esa: era el más fervoroso apasionado de la comida y de la vida.
Para "Cala" todo era un banquete. Todo. Un desayuno, un almuerzo, los amigos, los viajes, las cenas, la parrilla, la política, el fútbol, la actualidad, las pastas, los pescados, las sopas, las carnes, su instituto donde enseñaban y educaban a tantos aspirantes a chef. Ninguna, sin embargo, como su familia. Por ellos daba y dejaba cualquier cosa sin dudar. Eso era él, un tipo que le ponía, el alma, las venas y el corazón a cada cosa.
En efecto, Calabrese estudiaba para doctor cuando un día dijo basta y plantó los libros para agarrar condimentos e ingredientes y a partir de ese momento mezclarlos con generosidad y lograr las preparaciones más deliciosas que se puedan imaginar. Pero claro, las cosas no fueron sencillas en un principio. Al contrario, tuvo que hacerse bien de abajo y arrancar como un principiante.
Como recordaron sus ex compañeros Juan Bracelli y Juanito Ferrara y su ex productora Maju Lozano, "Guarda que la gente conoció a este Calabrese mega cocinero, pero él arranco golpeando la puerta en el restaurante del Gato Dumas y entró como ayudante de cocina, era el puesto más bajo que había. En realidad algunos dicen que fue más difícil inclusive, que empezó como lavacopas".
GUILLERMO CALABRESE, UN "LOCO" DE LA COCINA Y EL MAS APASIONADO POR SU FAMILIA
"Desde ese lugar de arranque fue creciendo a pasos agigantados hasta convertirse en el responsable de ese restaurante y después se volvió la mano derecha del Gato. Juntos fueron dinamita. Hacían lo que querían en la cocina.Eran dos maestros totales. Pobre Gato, también se murió joven. Y el Cala si no lo superó pega en el palo. Porque era muy querido por todos los que lo conocían el Gordo. Puteador, fumador, le encantaban la comida, los sabores, reivindicar sus orígenes, todo" contaron también los tres.
Calabrese, que era muy hincha de River, se metió en un montón de emprendimientos gastronómicos muy exitosos y estaba al frente de un instituto donde enseñaban a cocinar, tenía una esposa y tres hijos a los que amaba con una locura infinita y total. Con una de sus hijas iba a viajar a Europa en mayo. Era un regalo que le había hecho su heredera en octubre, para su último cumpleaños. Les quedará trunco. Un paro cardíaco se lo llevó muy antes de tiempo.
