Adrián Caetano: “Ni las autoridades ni la sociedad tienen voluntad de resocializar al preso” – Revista Paparazzi

Adrián Caetano: “Ni las autoridades ni la sociedad tienen voluntad de resocializar al preso”

El cineasta uruguayo, que viene de brillar en la dirección de la serie de Carlos Tévez y fue ideólogo de sucesos como Tumberos y El marginal, señaló que no advierte un interés claro de reinserción: “Lo único que se genera es odio”.
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Todo crimen por encargo esconde un autor intelectual. Una voz en off que oculta su rostro y aporta la información preliminar para contribuir a que la mano de obra no confunda el blanco a la hora de apretar el gatillo. Aunque no parezca, entre un tangible episodio de sicariato y un fenómeno cultural televisivo del género policial, existen semejanzas, principalmente en el croquis de planificación. De una manera u otra, ambos están guionados y señalizados por un libreto que en el 99 por ciento de los casos arraigan su origen detrás de escena, pues son frutos del trabajo que realizan los que mayormente evitan mostrar la cara.

Esos que se limitan a propiciar un escenario favorable para que los intérpretes puedan trasladar productivamente a la pantalla el contenido de una historia ideada entre las cuatro paredes de un ámbito con gusto a clandestino, lejos de la exposición. Fronteras adentro, no caben dudas: Adrián Caetano (49) es, a esta altura, uno de los referentes contemporáneos más auténticos en el terreno de las ficciones, sobre todo de las que se caracterizan por su contenido social y un contundente mensaje “anti grieta”.

Uruguayo, hincha de Independiente y arquero inamovible en los picados con amigos, el cineasta reivindica el argumento de Tumberos y El marginal (creaciones propias que –paradójicamente– le proveyeron un marcado prestigio en TV), sin darle importancia a la posibilidad de ser tildado como un apólogo de la delincuencia. “Ninguno de los dos programas está en el aire y todos los días te enterás de que hay madres que les pegan a las maestras, que en la calle aún se roba y se mata”, aseguró Caetano, que más cerca en el tiempo viene de romperla con la serie de Carlos Tévez, al que calificó, dicho sea de paso, como “una esperanza para los chicos que diariamente ven cómo les achican las posibilidades de escaparle a la pobreza”.

La historia del cineasta en nuestro país registra su punto de partida a mediados de los años 80, cuando con sus padres y su hermano cruzó el Río de la Plata buscando un horizonte distinto: “Llevo 35 años en la Argentina. Nos tuvimos que ir porque no había trabajo. Ni democracia había. Los motivos fueron los mismos que disparan la migración de bolivianos y paraguayos en la actualidad. Mi papá era matricero metalúrgico y de a poco nos fuimos acomodando. Allá la estábamos pasando pésimo”.

Desde una mirada de rigor podría interpretarse que sus inicios en el cine fueron casuales, hasta que Caetano se convenció de su propio potencial y comenzó a mirar la actividad como una tentadora salida laboral: “Tuve una empresa que fumigaba locales de comida y me había ido bien, pero en la hiperinflación de Alfonsín se me cayó todo. Por suerte de adolescente caminé mucho el under y tuve la suerte de conocer artistas que años después convoqué para trabajar, como Carlos Belloso. Fue duro, de entrada algunos ni bola te daban. Pizza, birra, faso me dio un poco de chapa y me animé a más. Hasta que en 2001 hice Tumberos, que fue mi primera ficción en TV con alta repercusión. Lo tomé como un gran desafío. Siempre sentí que cada oportunidad que se presenta hay que aprovecharla, porque podés ser un excelente cineasta, ir a la tele y fracasar”.

Evidentemente, ese fue su primer salto de calidad en la pantalla chica ¿Algunos de sus secretos? Los cuenta el propio Caetano: “Un amigo que había salido hacía poco tiempo de la cárcel fue el que me contó las cosas que se viven en prisión. Por mi parte investigué mucho, fui a caminar penales, entre los presos, pero siempre evité verlo, ni tampoco me atreví a pisar la parte más pesada, porque ahí no entra nadie. Son rincones de una violencia extrema a los que no se puede acceder. La gente tal vez puede creer que uno está exagerando, pero si bien El marginal tenía un fuerte contenido de ficción, la cárcel es una máquina de matar gente”.

Desde el minuto cero de la charla, Caetano exteriorizó un pensamiento en sintonía con sus ficciones, cuando la charla giró en torno a la estigmatización de los que en algún tramo de su vida debieron purgar una condena: “Las cárceles no están preparadas para la recuperación de los presos, pero lo más preocupante es que la sociedad tampoco lo está. Quieren arriarlos, matarlos, directamente. Y eso genera más odio. Yo creo igualmente que lo de Tumberos fue algo sorprendente, incluso el término ´puto` empezó a perder el contenido homofóbico por la utilización que se le daba, más asociada al traidor o a la persona sin códigos”.

Sus palabras dieron pie a la aparición de El marginal, el cual, de acuerdo con su parecer, “es una réplica de Tumberos, no es casualidad que los dos tengan los mismos autores. Tuve la posibilidad de hacer una segunda versión de Tumberos pero no nos pusimos de acuerdo con Sebastián Ortega, porque para mí no podés dar más de lo mismo. No me gusta cuando la nueva temporada es, en el fondo, la repetición, excepto que seas Los Simpsons. Creo que todo se acaba”.

Más allá de regresar a Uruguay con frecuencia, “porque me gusta la playa y además porque tenés todo a mano”, Caetano comprobó en carne propia que, efectivamente, nadie es profeta en su tierra. “¿Si me reconocen por la calle en Montevideo? No te dan bola. Forlán va a la playa y ni lo miran. Leí que fue Bryan Adams y ni lo reconocieron. ¿Me van a pedir un autógrafo a mí?”. No hay vuelta que darle. Eso sucede únicamente con los autores intelectuales. Aquellos que son indispensables sin la necesidad extrema de dar a conocer su identidad.

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