¡Fuerte! Alfa encaró mal a Ariel y muchos seguidores de Gran Hermano se le pusieron en contra: "Si fuera mi casa, te echo" – Revista Paparazzi

Alfa encaró mal a Ariel y muchos seguidores de Gran Hermano se le pusieron en contra: "Si fuera mi casa, te echo"

Enojado porque se siente usado por el parrillero, lo fue a buscar a la cocina y lo basureó. "No me hables, no me interesa tener relación con vos", le gritó.
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Cuidado, Alfa: Gran Hermano cambia y se reinventa todo el tiempo. Las lealtades envejecen con velocidad fulminante y los más queridos de ayer pasan a placa, mañana, en cinco minutos o menos. Sucedió con Agustín. Aquel Frodo empático porque sufría bullying del comienzo se transformó de la nada en un monstruo acosador que fue expulsado con el 80 por ciento de los votos. Ahora volvió a entrar y ni siquiera está nominado. Ojo, Walter, que algunos gestos, como la de ponerle los puntos a Ariel de una manera muy contundente y casi violenta o amenazante, pueden jugar en contra.

Ariel nunca le cayó bien a Alfa. Quizás porque pasó a ser "otro hombre grande en la Casa" o por algunas actitudes como "invadirle la cocina" o querer darles consejos a los demás, un rubro en el que era el rey único e indiscutido, siempre se sintió incómodo compartiendo con él tanto el espacio como el tiempo. Y como no es hombre de quedarse callado ni de esconder sus sentimientos, se lo dijo de frente march. Y más de una vez, pero nunca como ésta.

Ariel estaba sentado en la cocina cuando Alfa entró desde el exterior. Estaban los dos solos. Podían haberse quedado callados, o podrían haber sido indiferentes, pero no: estaba claro que cualquier chispazo podía encender la mecha y hacer explotar la bomba de tiempo que se estaba gestando entre ellos. Y sucedió cuando Ariel dijo una de las tantas cosas menores que comenta desde que ingresó por la puerta principal.

No importaba que dijera que podía descubrir la vacuna que cambiaría al mundo o que ya había puesto el agua para el mate. Cualquier palabra que saliera de su boca iba a provocar el estallido de Alfa, que lo tenía atragantado desde que lo vio llegar arrastrando su valijita. "¿A qué hora decís que nos despertaron hoy? Para mi, muy temprano. Muy temprano". ¿Ven? Una pavada infinita, que de ninguna manera podría provocar la reacción que vino después. Evidentemente, Alfa lo venía midiendo y nada más necesitaba un pie para que se le soltara la cadena.

"Mirá, te voy a pedir un favor. Mirá..." lo encaró mal, enojado, decidido. "A mi no me gusta que me usen. Entonces, te cuento: si fuera mi casa, ¡Te echo! Pero como esta no es mi casa yo no te puedo echar", le tiró por la cabeza. Como Ariel intentó meter un bocadillo en el medio del fuego que echaba su boca, Alfa lo paró en seco una vez más. "No, escuchame, clarito", le pidió. Y al otro no le quedó otra que oír la catarata de agresiones.

"Y soy así: no me hables. ¡No me interesa que me hables! ¡No me interesa tener ningún tipo de relación con vos! ¿Está claro? ¿Clarito?" lo volvió a maporrear. Después de hacerle esas dos preguntas y mientras Ariel seguía groggy y no lograba recuperarse, Alfa se perdió en la escena al grito de "¡Más claro imposible!". Después volvió y siguió, porque tenía algo mas para decirle: "Ya se que tengo 60 años y los tengo bien puestos, y muy bien vividos, como un capo los vivi. Si viene alguno y se quiere hacer el vivo, lo saco cagando. No me hables, y te hablo vien bajito, no me hables, hace de cuenta que no existo, y ya". Tenía razón el legendario Oscar Natalio "Ringo" Bonavena: la experiencia es un peine que te dan cuando te quedás pelado. Es decir, no sirve para nada.

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