Impensado. Increíble. Ese joven entrenador se cargó la responsabilidad de guiar a un grupo a la cima, al sitial perseguido por todo un país. Lionel Scaloni se erige en un factótum de esta locura mundialista de la Selección Argentina en la ya inolvidable Copa del Mundo.
El rosarino ingresó por la ventana al cargo, seguro de sí mismo, pero con las dudas de todo el ambiente. Y en su ciclo ya logró quebrar la maldición de la anemia de títulos con la Copa América del año pasado y como si fuese poco ya aportó su enorme contribución para alcanzar la final de Qatar.
Lionel luce muy centrado y también muy cercano, un rasgo que demostró a los minutos del triunfazo histórico contra Croacia, pero en medio de la vorágine, de la algarabía, de la locura de festejos se tomó un tiempo para subir a la tribuna y charlar con su esposa Elisa Montero y sus dos hijos.
Un gesto que lo pinta de cuerpo entero. Así se pudo divisar a su mujer, esa española que conoció en 2008 y que cultiva un perfil de ultratumba, porque prácticamente no se le conoce el rostro, no hay registros en las redes sociales ni en apariciones públicas.
En concreto, las cámaras de TyC Sports captaron el momento, ese instante en el que Scaloni se sentó al lado de Elisa y charló con una sonrisa en su rostro, ese ratito en el que jugó con sus hijos, como si estuviesen en el patio de su casa y no en el escenario más importante del fútbol planetario.
Así vive, respira y se mueve el entrenador del seleccionado, con su esposa española como gran puntal, la que lo banca en sus infinitos viajes a Argentina para diseñar todas las preparaciones del equipo y que se ausenta por largos periodos en las concentraciones.
