Comienza aquí el texto que nunca hubiéramos querido escribir, el más doloroso de todos los que nos hubiera tocado encarar alguna vez: entre la mañana y el mediodía de hoy, miércoles 25 de noviembre de 2020, murió Diego Armando Maradona, el mejor futbolista de todos los tiempos, como consecuencia de un episodio de salud que derivó en un paro cardiorespiratorio. A los 60 años, se apagó la vida del ídolo popular más grande de la historia argentina.
Los rumores comenzaron a circular pasados las 12 del mediodía, cuando a la casa que ocupaba Maradona en el Barrio San Andres, al norte del Gran Buenos Aires, empezaron a llegar ambulancias en un número difìcil de precisar. Una, dos, tres, cuatro. La tensión fue en aumento y el desenlace pareció inevitable.
Una y nueve de la tarde llegó la confirmación más dolorosa y angustiante de un 2020 que de por sí fue catastrófico. Luis Ventura gritó en Informados de todo, el programa del que es panelista, "¡¡Confirmado: Murió Diego Armando Maradona!!". Se nos estrujaron el corazón, los sentidos y las manos. Cuesta redactar estas líneas entre lágrimas, silencio y una tristeza incomparable con cualquier otra.
Un ratito antes, las primeras versiones ya eran temerarias: Maradona había sufrido una descompensación y no tenía signos vitales. Intentaron reanimarlo pero no hubo caso. A pesar de los titánicos esfuerzos realizados por los médicos que llegaron hasta el lugar, su corazón dijo basta y su cuerpo no aguantó más. El más grande todos los tiempos, el más querido, el último en levantar una copa del mundo, el que dio millones de alegrías a un pueblo golpeado, había fallecido.
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