La casa puede ser extraordinaria. Tener pileta, salón de juegos, jardín, ambientes luminosos, amplios, cómodos, confortables, una cocina completamente, un comedor para 25 personas, piezas cálidas. Todo lo que quieran, pero el camarín que le dieron a Wanda Nara en Gran Hermano estuvo, como mínimo, bastante lejos de los lujos y las grandes dimensiones a los que ella está acostumbrada. Más bien todo lo contrario.
Wanda es, qué duda cabe, la reina de la ostentación en las redes sociales y en la farándula. Ella ha mostrado y ha sacado a relucir todo lo que pudo y tuvo a mano. Casas, pilchas, accesorios, joyas, autos, viajes, zapatos, botas, zapatillas, carteras, hasta cantidad de empleadas o los contratos que le hacía firmar a Mauro Icardi. Dificilmente pueda agregar a la lista la pequeña habitación a la que fue enviada para prepararse antes de salir al aire presentando Gran Hermano.
El "camerino" (así los llamaba Ricardo Fort, ¿se acuerdan?) sólo contaba con lo mínimo indispensable para acicalarse antes de salir al aire. Un bañito por las dudas, un espejo con un par de luces alrededor (para verse mejor si hay cosasque maquillar), un sillón para sentarse, con todas las paredes pintadas en un rosa medio aguachiento. Keny Palacios tenía que salir, a veces, para que entrara Wanda. Así era el espacio.
Para los cabuleros y los que juegan a la quiniela, un dato clave: el número del camarín era el 409. En los sueños, el "cero nueve" es el arroyo. El que quiera apostarle unos pesitos -ahora que las casas de juego están tan de moda- pues que lo haga sin remedo.
Wanda compartió con Robertito Funes Ugarte la presentación de cada uno de los "jugadores" y los acompañó en el "pasillo" de la fama que los condujo hasta la casa. El conductor de la ceremonia fue Santiago del Moro, convertido junto con Marley en el hombre estrella de la emisora. Al menos la primera transmisión fue un gran suceso de audiencia: el promedio fue de 21,5 puntos, con picos que se fueron bastante por encima de esa marca media.
Wanda vistió de negro toda la noche, se mostró muy amable con los chicos y las chicas que ingresaron a la casa -as algunos, incluso, los llevó ella misma de la mano- escuchó algún que otro chiste de Santiago del Moro, bromeó varias veces con Robertito y
