Katia Fenocchio no esquivó nada: en una entrevista con Nico Peralta relató el episodio más oscuro de su vida y cómo, contra todo pronóstico, logró salir adelante. La ex participante de Gran Hermano recordó una adolescencia complicada, un embarazo a los 16 y años de adicciones que casi le cuestan la vida.
La Tana contó que a los 19 sufrió una sobredosis de cocaína mientras compartía una relación destructiva con su pareja de entonces: “Tuve una sobredosis de cocaína y la pasé muy mal. Eso fue a mis 19 años, tenía una pareja que andaba en eso y era la perdición porque entre los dos nos matábamos”, relató con brutal honestidad.
La escena que describió tiene la crudeza de quien tocó fondo: pérdida de peso extrema, caída del cabello y hematomas. “Los médicos le decían a mi mamá que yo tenía el metabolismo muy acelerado y si seguía así, en un año más me iba a morir”, añadió.
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El impacto en su familia fue devastador. La Tana confesó que su madre llegó a pedirle a Dios que se la llevara: “Mi vieja ya en un momento dijo: ´No sé qué va a pasar; prefiero que Dios se la lleve porque va a terminar mal´”. Ese testimonio —una madre al borde del dolor— explica la intensidad del proceso de recuperación que vendría después.
¿Cómo se salvó? Fenocchio atribuye su recuperación a la fe y a un cambio de vida: “Empecé a ir a la iglesia evangélica y la iglesia me ayudó un montón. De ahí nunca más y ya hace un montón de años que nunca más”, contó.
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La decisión de buscar contención espiritual y comunitaria funcionó como punto de inflexión: dejó las drogas, recuperó la salud y alcanzó una estabilidad que hoy declara con orgullo: “Hoy soy una piba re sana: el único vicio que tengo es el cigarrillo y tengo ganas de dejarlo”.
La historia de Katia también está marcada por la maternidad temprana: quedó embarazada a los 16 y crió a su hija en circunstancias difíciles, sin el acompañamiento del padre biológico. Hoy su hija tiene 16 años y La Tana remarca que su prioridad fue siempre protegerla pese a las adversidades.
En la charla con Peralta confesó además que la experiencia la transformó: “Las pasé todas y aunque no estoy orgullosa, tampoco me arrepiento porque sé que gracias a eso hoy soy quien soy”. Esa frase resume su mirada sobre el pasado: aprendizaje, resistencia y una apuesta por la madurez.
El recorrido mediático de La Tana le dio una plataforma para contar su verdad y sobre todo, para enviar un mensaje esperanzador: es posible recuperarse. Su testimonio se suma a las voces que advierten sobre los peligros de las adicciones, pero también muestra que hay salida cuando hay apoyo y decisión.




