Con Antonio Gasalla y Enrique Pinti cómodamente ubicados en el salón de la fama de los grandes cómicos de todos los tiempos, los Midachi probándose las medidas para vestir el mismo traje, Martín Bossi empezando a llenar el formulario para asociarse al club y muchos de los ex Showmatchboyando en un limbo que a veces los acerca y a veces los aleja de los grandes públicos, el humor encontró un saludable y necesario recambio en unas cuantas figuras surgidas de los más diversos orígenes. La posibilidad de divertirse y sonreír, tan necesaria y tan vital en épocas de crisis cuantiosas como esta, llega hoy en distintos formatos: al teatro, la tele y la radio se les sumaron, como importante semillero, las benditas redes sociales.
A Roberto Moldavsky la consagración le llegó de grande. Hoy es el “top top top del humor”, pero hace apenas un par de añitos estaba vendiendo camperas en el Once. De tanto hacer chistes a los clientes, un día lo descubrió un productor. Habría que darle un premio a ese visionario: el señor de la barba entrecana es la gran revelación artística de los últimos años. Conseguir una entrada para sus shows es más difícil que comprar un dólar a 25 pesos.
Algo parecido sucedió con Lizy Tagliani. Laburaba en una peluquería y se fue granjeando la confianza de algunos famosos. Todos reían con sus ocurrencias viscerales y directas. Un día la tocó la varita mágica de Marcelo Tinelli y no se fue nunca más de la tele, del teatro, de la radio ni del corazón de la gente, que rápidamente la adoptó como una de sus preferidas.
La que la remó durante mucho tiempo fue Fátima Flórez. Atrás de ese nombre que hoy brilla en las marquesinas más grosas del país hay una trayectoria infatigable que la llevó a transpirar la camiseta, muchas veces hasta en pequeños escenarios del exterior. Se hizo a sí misma y hoy tiene los músculos preparados para darle batalla al más pintado porque los fortificó dando vueltas en el dulce de leche de la malaria. Imitadora sin igual, es un placer ver sus presentaciones.
Anoten este nombre: Guillermo Aquino. Su segmento “ATR” –hoy en Sobredosis de TV, la versión actual del histórico TVR– es de lo mejor que se haya creado en mucho tiempo. Aborda la realidad social con crudeza y sin medias tintas. Y arranca carcajadas, puteadas y reflexiones, un combo perfecto. Es como la versión 3.0 de la vieja e inolvidable revista Humor. Si se toma en serio lo que hace y aprieta el acelerador, él y su grupo de trabajo no tienen techo.
El Pato Muzzio es otra gratísima revelación. Cuando imita en radio no se sabe si el que habla es él o el personaje al que caracteriza. Un fenómeno. Y no sólo divertido: se lo nota actualizado. Siempre está en tema y sabe de lo que habla. ¡Aplausos!
La Male Pichot y su Cualca te parten al medio con su facilidad para no callarse nada. Te matan de risa y te hacen pensar, casi nada. Hay parejas que funcionan juntas o por separado. Seba Wainraich puede ser considerado uno de los reyes del stand up y Dalia Gutmann es graciosa apenas abre la boca. Sebastián Presta y Soledad García son otro ejemplo: no hay manera de no reírse de lo que dicen y con lo que hacen. Dani la Chepi es furor en Instagram: cada video recibe entre 500.000 hasta un millón y medio de visitas. Infernal. Malena Guinzburg tiene un apellido pesado, y Pablo Fábregas, esa cosa simple que te hace reír con las desgracias de todos los días. En momentos tan duros como estos, pasarán todos pero por suerte quedan los humoristas.
La Chepi arrasa en Instagram
Guille Aquino, no se calla nada
