Wanda Nara hizo borrón y cuenta nueva. Nada pasó para ella, la infidelidad manifiesta y visibilizada en todo el planeta, hasta con lujo de detalles de la noche de pasión de su marido Mauro Icardi con la China Suárez, no la inmuta.
La influencer camina por la vida con autosuficiencia y sin miramientos. Al punto que perdonó a su esposo, a pesar de contar con las suficientes pruebas de la relación clandestina que tejió con María Eugenia y que todo el mundo supo con pormenores esclarecedores.
Wanda regresó a Argentina con la finalidad de tomar posesión de la mansión que Maxi López le entregó a cambio de sus deudas en las cuotas alimentarias. La blonda vino a firmar papeles y a redecorar esa casona impresionante en el barrio privado Santa Bárbara.
Claro que su llegada significó un cimbronazo para los medios, que la abordaron con ansías en las puertas del aeropuerto de Ezeiza al aterrizar en suelo argentino. Ahí soltó algunos palitos contra la China Suárez, como esa declaración sobre que ella no se mete con hombres casados.
En todo ese contexto, Yanina Latorre hizo gala de su vínculo de extrema confianza, que se puso de manifiesto en las semanas más álgidas cuando ofició de vocera, y reveló un dato muy particular, que se enrola en los beneficios que encontró Nara en todo este escándalo.
En la edición del lunes de LAM, la panelista advirtió: “¿Saben lo que le pasó?”. Acto seguido narró el insólito regalo que percibió Wanda y que rechazó: “Le llegó un camión de mudanzas con muebles de una marca muy conocida que ella no pidió a la puerta de la casa. Y ella agarró y los devolvió. Les dijo que no lo quería”.
Evidentemente, la influencer no deseó que esta empresa usufructuara de sus más de diez millones de seguidores, o tal vez no le agradó el modo, ese mecanismo de no consensuar el canje. Lo cierto es que no quiso quedarse con todos esos artículos de lujo. ¿Quién pudiera?
