En el epílogo de la década del 80 surgió en la pantalla chica una propuesta novedosa, se trataba de Clave de Sol, cuyo foco se centraba en el devenir de un grupo de adolescentes. De ahí germinaron figuras enormes como Leo Sbaraglia, Pablo Rago y Cecilia Dopazo. En esa elite también la descosió Gustavo López, más conocido como el Colo.
Ese joven disfrutó de las mieles de ese boom total, nada antes había originado tanto impacto en la sociedad argentina. Los actores se erigieron en esa época en estrellas, casi que no podían caminar por las calles porteñas. El Colo continuó ligado a la TV en producciones como Regalo del cielo y Los Benvenuto. No obstante, en los primeros peldaños de los noventa, Gustavo decidió inmiscuirse de lleno en su otra pasión, la música.
Con la guitarra como ladera fiel, y su voz potente y atildada, López recorrió el continente, estuvo instalado en Costa Rica, Ecuador y Paraguay. Los clásicos de los ochenta y los noventa lo mantienen en un circuito muy prolífico, que se caracteriza por actuaciones en casinos, teatros, bingos y bares.
Paparazzi lo rastreó para adentrarse en su actualidad, las bifurcaciones de la vida y sus motivaciones. Con su gola con presencia, el Colo describió ese momento de salto al vacío. “Después del exitazo de Clave de Sol, que marcó algo muy fuerte en la tele, seguí haciendo algunas comedias y después me dedique a la música”, sostuvo.
Claro que la actuación le abría un abanico interesante, por eso la duda del argumento de su determinación. “Porque me encanta, me apasiona con locura la música. Tengo una conexión con la gente en el escenario. Desde aquellos años se me estabilizó el trabajo con la música, viví de gira todo el tiempo”, describió.
El artista, que ya había saltado a la pantalla chica en el 83 con Compromiso, una novela con Ana María Campoy y Ricardo Darín, y también con Pobre Clara, con Germán Krauss y Alicia Bruzzo, continúa en contacto con sus viejos amigos de la adolescencia. “Con Pablo Rago, Leo Sbaraglia, Gloria Fichera, y muchos más, la amistad sigue intacta”, reconoció.
El corazón del Colo
En todos estos senderos, López cultivó una relación amorosa muy extensa. “Estuve en pareja 24 años, con una mujer que me acompañaba a todos lados, oficiaba de manager. En 2014 el vínculo se terminó, me costó mucho dejarla”, detalló.
Respecto a ese hito en su vida, el Colo remarcó algunos aprendizajes y un volver a dar. “Ahí me reencontré conmigo mismo y con mi familia, que estaba bastante alejado. Hoy disfruto de mis sobrinos, hermanos y primos. Ya no están ni mi mamá ni mi papá”, relató.
Ese tópico abrió las puertas a una reflexión de Gustavo, que ya se acerca a los 50 años. “Siento a esta altura como que recién estoy empezando”, manifestó con mucho optimismo y energía para seguir construyendo su camino.
