Julieta Ortega volvió a mostrarse auténtica y sin filtros al hablar de su rol como madre. Durante una entrevista en Puro Show, la actriz explicó por qué, a pesar de que su hijo Benito Noble ya cumplió 20 años, no suele dejarlo solo durante muchos días en su casa.
Julieta dejó en claro que la decisión no tiene que ver con desconfianza hacia su hijo, sino con sus propios temores. “Mi hijo tiene 20, salió de la adolescencia. Veranea con el padre, nosotros en general hacemos mitad y mitad, pasa Navidad conmigo y a partir de Año Nuevo se va con el padre todo enero, fue así casi siempre”, explicó, dando detalles de la organización que mantiene desde hace años con Iván Noble.
La actriz remarcó que siempre logró combinar trabajo y maternidad de manera equilibrada. “Yo trabajo desde que él nació, así que con el padre nos arreglamos siempre muy bien, combinamos muy bien eso”, aseguró, destacando la buena relación que conserva con su ex pareja en lo que respecta a la crianza.
Sin embargo, cuando los panelistas le preguntaron si deja a Benito solo en su casa durante períodos prolongados, Julieta fue clara y contundente. “No, la casa sola no se la dejo, se la dejo dos noches. Cuando me iba de gira se la dejaba de jueves a sábado, de viernes. Pero no, muchos días la casa sola no”, afirmó.
Ante la repregunta sobre los motivos, la actriz profundizó aún más y puso en palabras un miedo muy común. “Porque además no confío. Es re bueno mi hijo, no confío en, no sé… La llave de gas, viste esas cosas de las madres. No hace jodas, es muy tranquilo”, explicó, dejando en evidencia que su preocupación no pasa por la conducta de Benito.
Las declaraciones de Julieta Ortega rápidamente generaron repercusión en redes sociales, donde muchos usuarios se mostraron empáticos con su postura. Para muchos, sus palabras reflejan que la maternidad no termina cuando los hijos alcanzan la adultez, y que el cuidado emocional sigue presente más allá de la edad.
Fiel a su estilo, Julieta habló desde un lugar honesto, sin buscar polémica, pero visibilizando una realidad que atraviesan muchas familias: soltar también da miedo, incluso cuando los hijos ya crecieron.
