Nueva mañana picante en A la Barbarossa y con dos viejas conocidas del choque de posturas: Nancy Pazos y Mariana Brey. El tema que abrió la grieta en vivo fue el triple crimen de Florencio Varela y en particular, el debate sobre la posibilidad de reeducar a los responsables, señalados como parte de una banda liderada por el narco peruano “Pequeño J”.
Pazos planteó su mirada desde el comienzo y habilitó el contrapunto: la banda —dijo— podría ser “reeducada” para reinsertarse en la sociedad una vez cumplida la condena. “Veremos si pueden ser reeducados o no, eso es otro tema”, señaló, dejando la puerta abierta a una discusión más amplia.
La respuesta de Mariana Brey llegó al instante, con un cuestionamiento directo que encendió la mesa: “¿Creés que alguien así puede ser reeducado? ¿Alguien que torturó a una mujer de esa manera? La mató por el hecho de ser mujer, como vos decís, es un femicidio”.
Con esa frase, Brey puso el énfasis en la crueldad del hecho y el límite que —a su entender— debería tener cualquier intento de reinserción. Lejos de retroceder, Nancy Pazos redobló su postura con un argumento de valores y creencias.
“Sí, porque soy más cristiana que vos. Tiene que ver con los valores, ¿qué dice la Biblia? Estamos hablando de valores. Después nos llenamos la boca hablando de Dios y decimos que los maten... La cárcel, el reto, como tal, tiene que ser una forma de recuperar a la persona para la sociedad" comenzó Nancy.
"Es bien cristiano, tiene que ver con ser más humanista o más 'hdp'” finalizó. La frase corrió de inmediato por redes, por el filo entre lo religioso, lo moral y lo punitivo. La tensión subió otro escalón cuando Pazos marcó un límite sobre cómo se debe encarar la conversación pública con familiares y víctimas.
“Yo no discuto con víctimas, a la víctima se le da lugar y se la escucha. Nosotros no podemos decir que se pudra en la cárcel y que los maten…” dijo Pazos. Brey, firme, insistió con su convicción: “Yo sí lo puedo decir por qué es lo que pienso. Realmente, un hombre que corta dedos, descuartiza, no tiene manera de ser reeducado”.
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Hacia el final, Pazos buscó reposicionar el eje en la condición humana, sin minimizar la brutalidad del caso: “Soy un ser humano y, como todos, cometemos errores. Esto no fue un error, fue una aberración, pero yo apelo a que la gente en el fondo tiene cosas buenas, todos tenemos cosas buenas”.
El intercambio dejó expuestas dos veredas nítidas en la TV: la del humanismo y la reeducación que propone Pazos, y la del castigo ejemplar que reclama Brey frente a crímenes aberrantes. Un cruce que volvió a demostrar por qué ambas, cada una con su estilo, encienden el debate cada mañana.



