Santi Maratea es una especie de Robin Hood de las redes sociales, pero sin robar y sin tantos ricos en el medio. Si aquel personaje les sacaba a los que más tenían para dárselos a los pobres, lo que hace él es pedirle a la gente (a todos, incluso a los de billetera más gruesa) para atender necesidades urgentes que tienen las personas que lo contactan.
La última fue se mandó fue épica: Maratea se propuso reunir 2 millones de dólares (sí, dos palos verdes, 300 millones de pesos) para que una familia le pueda comprar el remedio (el remedio más caro del mundo) a su hija. Lo necesita para vivir, escuchó. El tuvo la idea, y lo consiguió. Juntó esa tonelada de plata y dentro de poco esa gente se va a encontrar con el tratamiento que puede cambiar sus vidas.
Antes ya había reunido un dineral para comprar todo tipo de elementos para la comunidad wichi y, de alguna forma, ayudarlos a enfrentar todos los padecimientos que sufren.
Ese es Santi. O una parte, la más importante, de su proceder. La otra tiene que ver con su personalidad única, distinta, irreverente, rebelde, diferente, multicolor y transgresora.
Maratea tiene 29 años, y es de San Isidro, donde hizo el secundario. Se anotó en tres facultades, pero no aprobó ni una materia.
Maratea alcanzó picos de popularidad en un serie de oportunidades. Una fue cuando, como invitado de Lizy Tagliani al programa de juegos que conducía en Telefe, fue descubierto fumando marihuana en uno de los baños del canal. El escándalo que se armó impidió recordar una entrevista que había dado poco antes, en la que había declarado "fumo porros como si fueran caramelos".
Otra vuelta que se habló mucho de él fue cuando Mario Pergolini decidió dar de baja el programa que conducía en la Vorterix después de que protagonizara algún escándalo con derivaciones judiciales por hablar de otro youtuber. Los dos negaron una pelea, pero el rumor fue muy fuerte y hasta se dijo que Mario, quien acaba de renunciar a la vicepresidencia de Boca, lo había echado a gritos.
Mario Pergolini lo convocó para conducir un programa en Vorterix. Después, cuando dio de baja al ciclo, se vieron envueltos en rumores de conflicto.
El tercer hito de popularidad se lo dio un supuesto vínculo con Lizardo Ponce justo cuando el cordobés formaba parte de Cantando por un sueño como pareja de Lola Latorre y hacía los videos con su mama, Yanina, en la recordada pareja "Yanardo" de comienzos de la cuarentena. Se dijeron muchas cosas, ninguna fue confirmada.
Maratea tiene 29 años y no nació en un lugar cualquiera. Es de las Lomas de San Isidro, donde algunos dicen que están las mansiones más fastuosas y caras del país. El no reniega de ese origen. "De ahí me quedan la cara y la eshe que sigo pronunciado" confesó él.
En la escuela tenía muchos problemas de conducta. Infinitos. Y la terminó como pudo, a duras penas. Pero se recibió. Quiso ser publicista y se anotó en tres facultades (La Uca, La Uces y la Uade) y en una escuela muy conocida (la de los creativos) pero lo máximo que duró fue un mes y medio, o dos meses. Nada. Ni una materia pudo aprobar.
Tuvo dos novias, pero dice que no sirve para estar en pareja. Sin embargo, asegura que quiere tener un hijo con su mejor amiga.
Sin embargo, su futuro no estaba en las aulas sino en las redes. "Yo veía que en la facu todo iba lento y afuera la velocidad explotaba, entonces me decidí". Sus cuentas rebalsaron de gente y su nombre se hizo cada vez más conocido. Un buen día llegó a la tele, y después retumbó en los oídos de Mario Pergolini, que lo contrató para trabajar -tener su propio programa- en Vorterix.
De su vida sentimental se sabe poco y nada. El dice que tuvo dos novias, que no sirve para estar en pareja pero jura y perjura que quiere tener un hijo con una chica que se llama Franca, a la que define como su mejor amiga. "Si ella tiene un hijo con otro chabón, yo puedo ser su padrino, la re quiero" se ilusiona él.
Invitado al programa de Lizy Taglini, lo encontraron en un baño fumando marihuana. "Fumo porro como si fueran caramelos" había dicho en una entrevista.
Fanático de Ellen Degeneres al punto de "dar la vida por ella", estuvo preso dos veces (una acá por tenencia de marihuana y otra en los Estados Unidos por entrar sin permiso a un estudio de televisión), algo distante en la relación con sus padres, proclive a caminar descalzo (en la casa o en la calle) y defensor de la libertad sexual, Santi Maratea es el Robin Hood de estos días. La falta que hacía alguien así.