La mala racha de la Trilliza de Oro, María Eugenia – Revista Paparazzi

La mala racha de la Trilliza de Oro, María Eugenia

A poco de cumplirse el primer aniversario del fallecimiento de Geñi, María Eugenia busca asimilar el dolor y se muestra entera ante su entorno
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Evitar que el duelo pueda resultar imprescriptible. El único objetivo que tienen a mano todos aquellos que a lo largo del camino han sufrido la pérdida de un ser querido. Alcanzarlo dependerá de múltiples factores, pero fundamentalmente del amor.

Eso que rodea fuertemente a María Eugenia Fernández Rousse (59) desde que su hija Geñi tuvo que partir. Sucedió a mediados de 2018, cuando una enfermedad que la venía afectando ya no le dio chances de sostener su valiente pelea. Tenía apenas 34 años y dos hijos, César y Cala, frutos de su relación con el arquitecto César Bustos.

Su mamá, golpeada y abatida lógicamente por lo acontecido, no dudó en mantener la mirada hacia adelante. Y tal vez esa decisión de no cambiar el enfoque haya resultado lo más conveniente para terminar de entender la necesidad de mostrarse entera frente al resto de su familia, principalmente ante los más chicos.

En el dolor

La Trilliza de Oro, hermana de María Eugenia y María Laura, lo explicó claramente: “Es una nueva etapa que me toca vivir con mucho amor. Ella (Geñi) nos va a dar toda la fuerza del mundo para seguir bien con nuestros nietos y con mi yerno”, fueron las palabras de María Eugenia, quien más tarde remarcó la importancia de la contención en el hogar afirmando que “nunca me sentí sola”.

A un año y monedas de un momento tan difícil en lo personal, la conductora siente que va saliendo y que con el correr del agua bajo el puente tal vez la herida tienda a cerrarse. Quizás no definitivamente, pero sí lo suficiente como para evitar que el dolor consiga atentar contra el deseo de mostrarse fuerte para lo que resta del camino. Ya lo ha anticipado María Eugenia en ocasiones anteriores: “Tengo hijos (Horacio, Laura y Pilar) y dos nietos espectaculares, y por ellos vamos a seguir”.

El sendero está señalizado así y la Trilliza de Oro no quiere moverse de ese carril. A lo mejor por esa ruta logre mitigar el dolor, o al menos impedir que esa angustia la prive de disfrutar la vida con sus otros afectos. Esos que, por el rol que desarrollan sentimentalmente, pasaron a ser “de oro”.

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