¿Qué esconde Natacha Jaitt? – Revista Paparazzi

¿Qué esconde Natacha Jaitt?

TEVE
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Llegó caminando a los tribunales. Se fue corriendo y sin haber dicho una sola palabra importante. Cuando la Justicia le pidió los primeros datos concretos para sumarlos, si daban las circunstancias, a la investigación por pedofilia que se lleva adelante en Avellaneda, su respuesta no fueron dichos ni aportes precisos sino una veloz disparada hasta la puerta de salida. Fue una pena: se trataba de una buena oportunidad (la mejor, probablemente no la última) de darles algún sentido a la tonelada de acusaciones que dijo, papel de cuaderno en mano, durante la cena del último sábado en el programa de una Mirtha Legrand insólitamente silenciosa frente a semejante caudal de disparos verbales. La huida fue tan intempestiva que sorprendió a los empleados que intentaron tomarle declaración y tan solitaria que llamó la atención. No estaba, junto a la conductora, la mujer que la acompañó el sábado por la noche en los estudios de Canal 13. Trascendió que Ana Polero, a quien Natacha presentó como “asistente de moda”, habría sido agente de la AFI –la “inteligencia” o “los servicios” en el idioma callejero– hasta hace poco tiempo. Jaitt escapó sola de la sede judicial y desde las redes sociales, el reducto donde se refugia últimamente, ensayó una explicación de su escape. Según Natacha, fue a los tribunales para declarar en la causa que inició contra un ex por violencia de género. Cuando advirtió que le querían preguntar acerca de lo que dijo en su paso por lo de Mirtha Legrand contó que se sintió traicionada (a tal punto que despidió a quien era su abogado, el doctor Diego Storto) y decidió poner punto final a su estadía allí.

Muy fuerte. En su paso por lo de Mirtha, Jaitt involucró a reconocidos periodistas y artistas de la escena nacional en supuestas relaciones sexuales con chicos que no llegaron a los dieciocho años de edad a cambio de dinero o promesas laborales, una causa que tiene seis detenidos, entre ellos Leo Cohen Arazi. Arrancó recordando, entre otras cosas, una supuesta experiencia con el club Newell's: “El utilero le pedía sexo oral a cambio de los botines. El padre de mi hija jugaba en Newell's, yo iba a las concentraciones y veía cómo los chicos salían llorando. Se destapa una olla de algo que pasa en muchos clubes y los chicos no denunciaron porque tenían miedo”, apuntó, hasta allí medianamente serena. Después fue más allá. Mucho más allá. Dio iniciales y datos como si jugara a los enigmáticos. Hasta que fue a la Justicia y le preguntaron si juraba decir la verdad y nada más que la verdad. Entonces, las que hablaron fueron sus piernas en vez de hacerlo su boca.  

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