Ha transcurrido un tiempo prudencial desde la bomba, de ese estallido mediático que sacudió todo lo preestablecido. No obstante, los coletazos del Wandagate continúan latentes, vivos como un fuego que no se apaga bajo ninguna circunstancia.
El escándalo mayúsculo que generó un temblor en el universo del espectáculo no se apacigua, porque ese engaño de Mauro Icardi a su esposa Wanda Nara con la relación clandestina con la China Suárez persiste y aporta ramificaciones de toda índole.
La visibilización que emprendió Wanda de la traición de su marido iba a generar un costo, por lo cual todavía se debate sobre la salud del matrimonio, que se empecina en lucir inquebrantable y en óptimas condiciones. Pero también, la polémica empujó a María Eugenia a varios replanteos.
La actriz modificó su coyuntura con la separación de Benjamín Vicuña, se mudó sola a una casona que le compró el chileno y experimentó una situación novedosa con su viaje a Madrid a filmar una película. Justamente, esa estadía en Europa le permitió encontrarse en la oscuridad de un hotel con Icardi.
Ahora, la China estaría pensando muy seriamente alejarse del foco de los medios, de las redes sociales y de la opinión pública, que ya la catalogó definitivamente como una “roba maridos”. Y en esa línea, la actriz analiza un cambio radical para su vida.
En Implacables abordaron el tema de cómo sobrelleva Nicolás Cabré la separación de Laurita Fernández y eso derivó en una información muy picante. "Me cuenta que la China Suárez está pensando muy seriamente instalarse en Madrid", explicaron.
Una posibilidad escalofriante, que nadie avizoraba. Claro que toda esa movida implicaría una serie de articulaciones muy complejas porque sus tres hijos son de dos padres distintos, Cabré y Vicuña. "Ella tiene una hija con Cabré, que es Rufina, y con Benjamín Vicuña, Amancio y Magnolia. Hay charlas con ellos porque quiere instalarse en Madrid", aseguraron en el ciclo de El Nueve.
