Michelle Salas, hija del cantante Luis Miguel, sorprendió a sus seguidores al hacer una íntima y cruda confesión sobre su salud. A través de sus redes sociales, la influencer y modelo de 35 años que hace poco subió fotos inéditas con su papá, abrió su corazón y compartió el padecimiento que arrastra desde hace tiempo: melasma.
Es una afección dermatológica que provoca manchas en la piel y que, lamentablemente, no tiene cura definitiva. Con más de un millón de seguidores, Michelle se ha convertido en una figura influyente dentro del mundo de la moda y el lifestyle. Sin embargo, detrás de su impecable imagen pública, enfrenta una dura batalla personal.
“Llevo semanas pensando en el plan de ataque para mi melasma. Desde hace un par de años me empezaron a salir manchas de sol y ha sido súper frustrante, porque no es algo que se quite por completo, pero sí se puede mantener bajo control”, expresó Salas en una historia de Instagram, acompañada por una foto con su médica.
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El melasma es una enfermedad de la piel que provoca hiperpigmentación, es decir, la aparición de manchas oscuras, sobre todo en el rostro. Si bien no representa un riesgo grave para la salud física, suele generar un fuerte impacto emocional, especialmente en personas cuya imagen pública juega un rol importante en su vida profesional.
El tratamiento para mantenerlo bajo control incluye cremas despigmentantes, protección solar rigurosa y, en algunos casos, procedimientos dermatológicos. Michelle confesó que esta condición la ha afectado profundamente, especialmente porque no hay una cura definitiva.
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A pesar de sus múltiples tratamientos y cuidados, las manchas pueden volver a aparecer, sobre todo si hay exposición solar. “Ha sido súper frustrante”, insistió la hija del “Sol de México”, haciendo referencia no solo a lo físico, sino al impacto psicológico de lidiar con una condición crónica.
Pero eso no es todo: en la misma publicación, la joven también contó que atraviesa un tratamiento para aliviar una contractura en el trapecio. Según explicó, se sometió a un procedimiento con bótox, no con fines estéticos, sino terapéuticos. Este tratamiento busca relajar el músculo para evitar que el nervio se enganche y provocar más dolor.
Lejos del glamour, Michelle mostró su lado más humano y real, el de una mujer que, como tantas otras, debe lidiar con afecciones físicas que alteran su rutina diaria y su bienestar emocional. Su mensaje generó una ola de empatía y apoyo por parte de sus seguidores, quienes valoraron su valentía al hablar de un tema que suele quedar oculto.
Con su testimonio, Michelle Salas no solo visibiliza una condición médica poco comprendida, sino que también invita a la reflexión sobre los estigmas que existen alrededor de las enfermedades “invisibles”. En tiempos de filtros y perfección digital, su sinceridad se agradece.