Qué hace Analía Franchín en Punta del Este mientras su marido millonario atiende a su hijo – Revista Paparazzi

Qué hace Analía Franchín en Punta del Este mientras su marido millonario atiende a su hijo

Después del accidentado último viaje por Estados Unidos -su amiga Vero Lozano cayó de una aerosilla y salvó su vida de milagro- la panelista disfruta del sol y de su familia en el Uruguay.
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"Muchachaaaaachas / ahora nos volvimo a acomodar / quiero ganar la reposera / y todo enero descansar". En Buenos Aires, en Qatar, en Calamuchita, en Mardel, en El Bolsón o en Punta del Este, los argentinos convierten en grito futbolero y en celebración mundialista todo lo que tocan, todo lo que encuentran y todo lo que enfrentan a su paso.

En la playa más top del Uruguay, Analía Franchín acompañó cómodamente ubicada un "divertido picadito" que jugaron su marido y el hijo de ambos, Benicio. Tranquilamente podía estar cantando eso.

Benicio Eskenazi va para los 13 años y, como todo pibe de esa edad, está enloquecido con Leo Messi, con la Scaloneta y con la Copa del Mundo que ganó el seleccionado argentino después de 36 años de sequía. Le contaban o escuchaba hablar "Del Diego" y no entendía, bien, a qué se referían. Si o si debía mirar algún video para entender por qué tanta admiración, cariño y devoción por alguien. La misma, más o menos, que él siente por el 10 de la selección.

En realidad, Benicio acaba de cumplir 12. Llegó a esa edad el 27 de diciembre, pero la fiesta la había tenido -él y todo el país en realidad- 9 días antes, el domingo 18. Esa tarde, Messi hizo el primero, Di María el segundo, volvió a anotar la Pulga en el suplementario, también en los penales, apareció el Dibu, Montiel marcó el último y Argentina levantó la Copa del Mundo por primera vez para un par de generaciones. La de Beni, por ejemplo.

Sebastián Eskenazi, el padre de Benicio, el marido de la Franchín, hace rato que cruzó la barrera de los 50. Vio, perfectamente, las tres consagraciones de la Argentina. La del 78 (3-1 a Holanda en suplementario en la cancha de River) siendo un adolescente, la del 86 (3-2 a Alemania en los 90 en el estadio Azteca de México) y la de 2022 (4-2 en los penales tras el 3-3 del partido en Lusail de Qatar) siendo un señor hecho y derecho padre de 4 hijos. Tres con una pareja anterior, ya bastante grandes, y Beni, con el que se abrazó cuando Messi le dio un beso al trofeo.

A ellos dos, al padre y al hijo, está mirando Franchín sentada sobre la arena. Relajada, serena, calma, reflexiva. Cada tanto pispea el celular, a ver si pasó algo o si tuiter manda una de esas bombas que no se pueden dejar pasar. Está contenta porque los ve jugar y pasarla bien y porque, sobre todo, supone que esté será un viaje mucho menos problemático que el anterior. Estaba junto a Verónica Lozano cuando la conductora de Telefe cayó de una aerosilla en Aspen, Colorado, Estados Unidos, y casi se mata. Casi se mata, si: romperse los dos pies en "1.000" pedazos fue sacarla recontra barata.

Ahora no hay preocupaciones. Para nada. Ni esas ni otras. No hay que pensar, por ejemplo, en las dificultades para llegar a fin de mes que pasan millones y millones de argentinos. Franchín laburo mucho y fuerte en la tele y, por su eso no alcanzara, su marido es uno de los empresarios más poderosos del país. Un verdadero potentado. Como dirían las abuelas altri tempi, un buen partido. Bueno, ninguno como el que están jugando Sebastián y Eskenazi. Ninguno como el que pueden jugar un padre con un hijo.

 

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