Se sabe, se dice, se rumorea, que Nancy Pazos no es una persona nada fácil en el día a día en los espacios laborales. De eso puede dar fe Analía Franchín, con quien se cruzó fuerte al aire en Flor de equipo por cuestiones ideológicas que no pudieron resolver amigablemente.
La Pazos es brava, y en cuanto arrancó con la primera mañana en Radio Metro, se lo hizo saber con vehemencia al resto de sus compañeros al “esconder” en un armario una silla del estudio que, más tarde, comparte con Laurita Fernández, que arranca luego con Decimetro.
Así lo contaron en Socios del espectáculo, al informar este tremendo escandalón: Nancy se adueñó de una silla, le puso su nombre y la guardó para que nadie más la use. Al ver que había problemas para sentarse durante el programa, Laurita, tan buena, encontró una solución ecuménica.
“Compré sillas para la radio para que todos podamos usar porque nos pareció que había que renovar. Son para todos y no están marcadas…”, dijo Laurita y añadió: “Cada uno tiene su espacio y eso es respetable, pero estas sillas quedan ahí y son para que todos las usen”.
Más buena, imposible, Lau… Pero, ¿habrá sido así, realmente? Parece que la cuestión de fondo fue otra. Así lo explicó Nancy, cuando del ciclo de El Trece le preguntaron por las misteriosas sillas del estudio que desaparecen o alguien encanuta.
“Yo tengo unas sillas ergonométricas que traje de mi casa cuando a Mario Pergolini se le ocurrió, hace mil años atrás, que era una genial idea trabajar parados y yo tengo problemas en las cervicales”, contó Pazos.
“El primer día la usé, quedó acá, y después alguien la usó y se dobló… Por eso la guardé. Laurita después consiguió un canje; yo cero problema… Lo del cartelito de los nombres es verdad”, aclaró, entre risas, para terminar con la confusión.
