Noches interminables llenas de salsa, ron, aguardiente, música, bailes desenfrenados, alegría sin fin, calor de enero a diciembre, días luminosos en playas de ensueño, aguas cálidas, comidas sabrosas, tragos, ropa corta, calor, ritmo, sabor, azúcar. Todos esos sinónimos de Panamá son ciertos, muy reales, pero Kate Rodríguez contó el lado B o la cara que nadie muestra de su tierra natal. "La violencia contra las mujeres no ocurre sólo de esposos a sus mujeres, también se da mucho en las familias. Acá hay cosas que por suerte se rechazan, pero allá no" le contó a Carmen Barbieri para dar inicio al relato de su dramática historia de vida.
La bailarina, recientemente eliminada del Hotel de los famosos, visitó a la capocómica en su programa Mañanísima, y sorprendió tanto a la conductora como a sus dos panelistas, Estefi Berardi -que se comparó con la China Suárez y generó alguna polémica- y Pampito, al revelar el profundo y tremendo conflicto que la distanció de sus padres, quienes hoy están separados. El papá se quedó en su país y formó otra familia, mientras que su mamá se fue a vivir a Inglaterra. Con ninguno de los dos volvió a tener contacto desde que sintió que no la apoyaban ni la aceptaban, y decidió irse de su hogar.
Sentada en un living donde coincidió con el psicólogo televisivo Gabriel Cartañá, a quien dijo admirar, Kate escuchó a Carmen preguntarle cómo y por qué había elegido venir a la Argentina desde un lugar tan lejano. "Es una historia larga y bastante fuerte", le anticipó ella. La conductora la habilitó a tomar la palabra para que pudiera desarrollarla, y ella lo hizo.
"Yo estudiaba la licenciatura en periodismo, y también amaba el baile. Pero mis padres son muy religiosos, ellos pertenecen a la iglesia evangélica, y dentro de la iglesia, porque tienen como muchos grupos o divisiones, son ortodoxos. Entonces no estaban para nada de acuerdo con lo que ello hacía, y por supuesto que me lo hacían saber. Entonces yo no tenía contención, ni apoyo, ni alguien que me apoyara, me escuchara ni que me alentara a hacer las cosas. Todo lo contrario. Lo único que recibía era rechazo", contó Kate.
Sin perder la compostura, recordó que hasta llegó a sufrir castigo físico. "Si, por llevarles la contra o desoír sus órdenes recibí mi merecido", confesó Kate, instancia en la que Cartaña aportó lo suyo: "fíjense qué incorporado que tiene lo de la violencia que recibir golpes lo llama "merecido", como si hacer lo que siente "mereciera" un castigo". "Fue difícil, duro, muy doloroso. Mis padres no me hablaron nunca más. Mi hermana, que sí respetó ese legado, es la preferida de ellos, la hija de oro. A mi ni me saludan. Jamás me hablan, y eso es tremendamente triste. Hace años perdí todo el contacto con ellos y le he pasado demasiado mal, porque es un afecto y un cariño que se necesita", expresó la morocha.
Sin embargo, en todo túnel siempre asoma una luz. Y en el caso de Kate se trata de su abuela, quien sigue viviendo en Panamá. "Ella es la única con la que tengo contacto. Hablo todos los días. Yo me quería ir de casa pero no tenía dinero. Entonces empecé a trabajar y le daba el dinero a ella. Le conté cuál era mi plan, juntar la plata para poder viajar, y le pedí que me la guardara y que no contara nada a mis padres, y ella conservó el secreto conmigo durante todo ese tiempo, que fueron como dos años o más", resumió la modelo.
