En un rincón tranquilo del norte del conurbano bonaerense, lejos del ruido de la ciudad pero cerca de todo lo importante, Gonzalo Heredia y Brenda Gandini construyeron su refugio. Más que una casa, es un lugar que representa su historia, sus elecciones de vida y su forma de criar a sus hijos, Eloy y Alfonsina.
El resultado: un hogar cálido, bohemio y lleno de personalidad. Instalados desde hace años en un barrio cerrado de Pilar, la pareja de actores apostó por un estilo de vida en familia, en contacto con la naturaleza, y lo hizo apostando al diseño.
La casa tiene una impronta muy marcada, donde los detalles no son un lujo, sino una forma de contar quiénes son. En el interior predominan materiales nobles y rústicos, como madera natural, ladrillo a la vista pintado de blanco, y pisos cálidos que refuerzan esa idea de hogar vivible y cómodo.
Los separadores de vidrio repartido permiten que la luz natural inunde cada ambiente, y en cada rincón hay algo que remite a ellos: libros, fotos, plantas y objetos con historia. "Es nuestro lugar en el mundo. Nos cuesta mucho salir de acá", dijo ella en una entrevista.
UN HOGAR CON ESTILO Y SENSIBILIDAD
El espacio preferido de la familia es el living, donde un sillón enorme de tres cuerpos se convierte en el centro de reuniones, películas y siestas compartidas. Todo está pensado para disfrutar: las paredes en tonos neutros, la biblioteca llena de títulos de todos los géneros, cuadros con estilo ecléctico y una selva de plantas que transmiten vida.
Gonzalo también tiene su rincón especial: una oficina donde despliega su faceta más íntima. Allí hay una gran biblioteca, un escritorio antiguo, objetos de colección como una máquina de escribir, y una energía serena que lo representa. “Ese es su lugar. Lo armó él, lo pensó él, y pasa ahí muchas horas”, contaron desde su círculo.
Brenda, por su parte, se ocupa del equilibrio estético de los ambientes. En el dormitorio principal, por ejemplo, conviven techos altos con vigas de madera, empapelados artísticos, y una cama con respaldo de pana clara. Todo en armonía, sin excesos, pero con mucha personalidad.
Los cuartos de los chicos son otro capítulo aparte. Alfonsina, la más chiquita, tiene su habitación soñada: colores pasteles, flecos decorativos, y una cama con carrito para invitar a amigas. Todo está pensado para el disfrute y la imaginación.
Y si el interior enamora, el exterior completa el sueño. Un amplio parque con vegetación, enredaderas y una pileta moderna es el lugar donde todos se encuentran para disfrutar del sol, jugar y relajarse. Brenda, especialmente, ama regar el césped con su hija menor. “Es nuestro momento”, confesó en más de una oportunidad.
