Bastante demorado en su inicio –debía comenzar en abril y recién lo hizo la primera semana de septiembre–, el Bailando por un sueño 2018 finalmente terminó en fecha: el 21 de diciembre se disputó la esperada finalísima del certamen. Las cinco personas que ocuparon el centro de la escena aquella noche de emociones fuertes y rating alto para los tiempos que corren (promedio de 19,1 con picos de 21,4) tomaron sus vacaciones poco después de definir el campeonato.
Jimena Barón y Mauro Caiazza, subcampeones y pareja en la vida real, fueron a República Dominicana a disfrutar las incomparables bondades del mar Caribe. Marcelo Tinelli, el conductor del ciclo, pasó unos días en Punta del Este con su mujer, Guillermina Valdés, y alguno de los otros integrantes de un clan que ya es multitudinario. Julián Serrano, el campeón, viajó con su novia, la actriz Male Narvay, a otro paraíso en la tierra: sus fotos en Playa del Carmen, México, ilustran otras páginas de este número.
La campeona más joven de la historia, Sofía Morandi, eligió en cambio un destino mucho más cercano y mucho menos pomposo: se fue a Neuquén, donde nació y vivió hasta que probó suerte en la ciudad de Buenos Aires, y disfrutó de la consagración, la fama repentina y los futuros buenos contratos en compañía de su gente.
Rodeada de los suyos, por ejemplo, cumplió 22 años el 15 de enero, y lo celebró a lo grande. Ganó el reality con 21, uno menos de los que tenía Flor Vigna cuando lo atrapó junto con Pedro Alfonso.
Para despejarse, Sofi se hizo una escapada al Camino de los Siete Lagos, una de las maravillas de la Patagonia cordillerana. Compartió muchas horas con sus amigos, chusmeó largo y tendido de lo que vio en la tele, porque a la gente le encanta saber qué pasa detrás de cámara, participó en actos benéficos, se sacó selfies con medio mundo y volvió a la Capital. Hora de trabajar. Dale, campeona…
A pura sonrisa en el sur.
¡Qué alegría!
