Se fue un año distinto para Marcelo Tinelli. Tal vez con un sabor agridulce. Con contrapuntos emocionales vividos netamente en el plano laboral, ya que puertas para adentro de su casa no tiene motivos para quejarse: todo lo que lo rodea en el terreno afectivo goza de perfecta salud. Sus vaivenes tienen que ver con lo laboral. No precisamente porque en 2018 el conductor más popular de la televisión argentina haya tenido que salir a pedir prestado para poder poner en el aire la última temporada de Showmatch. Nada que ver. La inestabilidad de su actividad surgió por temas de público conocimiento, los cuales, más allá de no tenerlo como principal protagonista, lo salpicaron de manera directa. Ese famoso traspaso de Ideas del Sur a manos de Cristóbal López le terminó dando más costos que beneficios, pues una vez en manos del empresario de medios alineado con el kirchnerismo, la productora fundada por el Cabezón comenzó a despedir gente y a recibir pedidos de quiebra. Situaciones inusuales en la compañía, que mientras perteneció al animador nacido en Bolívar no fue blanco de cuestionamientos de los gremios ni de terceros que reclamaban pagos atrasados.
Tinelli se ocupó de formular las aclaraciones del caso y en todo momento deslindó responsabilidades, mientras, de manera paralela, le fue dando forma a su nueva marca registrada: LaFlia Contenidos S.A, su nueva productora, con la cual debutó en El Trece con la reciente edición del Bailando. Justamente, regresar al ruedo tras verse involucrado en los desmanejos de López no fue nada fácil. Por supuesto que su regreso a la pantalla chica siempre está garantizado pues cualquier canal quisiera tenerlo entre sus figuras. El tema fue el calendario. Los tiempos no dieron y, a diferencia de otras épocas, que a lo sumo a inicios de mayo ya lo tenían entreteniendo al publico casi todas las noches, Showmatchtuvo que esperar más de lo previsto para estar otra vez en el aire. Recién el 3 de septiembre la gente, que tanto ansiaba su retorno, pudo reencontrarse con Marcelo. Esto obligó a darle una vuelta de tuerca a todo: abreviar los plazos, apurar las eliminaciones y tener a los ganadores a fin de año. Tan perfecto es lo que rodea a Tinelli y a cada uno de sus productos, que fueron superados todos los obstáculos. Se llegó en tiempo y forma y el telón del reality cayó con los objetivos cumplidos. Con esa tranquilidad, después de tanto estrés acumulado y la incertidumbre que siempre provoca correr contra el reloj, Marcelo viajó a Punta del Este para disfrutar de unas vacaciones diferentes, ya que quizás por primera vez viajó a Uruguay con una evidente sensación de alivio.
Obviamente, el conductor no cruzó en soledad el Río de la Plata. Lo hizo, al igual en los últimos veranos, acompañado de su mujer, Guillermina Valdés, y del menor del clan: Lorenzo, de 4 años. El resto de sus hijos, seguramente, se unirá a Marcelo con el correr de los días, ya que la chacra familiar en La Boyita es el punto de encuentro que vienen eligiendo históricamente. Micaela, Candelaria, Francisco y Juanita (está en el Caribe con su novio Toto, hijo de Florencia Peña) le prometieron viajar a la brevedad. Mientras las espera, Marcelo le saca al jugo a cada una de las tardes a orillas del mar, tomando mate, leyendo libros, charlando con su pareja o divirtiéndose con Lolo. También con paseos en su Jeep playero o con salidas al centro comercial para llevarse recuerdos de su paso por Punta del Este, el sitio que ama y que elige cada vez que el cuerpo y el alma le piden un respiro. Marcelo les da el gusto. En este verano, con más razón.
Guillermina y Marcelo, compañeros de vida
Marcelo Tinelli y su mujer en las playas de Punta
