El 31 de agosto, la vida de Silvina Luna se apagó en medio del profundo dolor de su hermano Ezequiel y sus amistades que la acompañaron en sus últimos días en el Hospital Italiano. Una larga internación durante la cual Silvina mantuvo sus esperanzas y sueños intactos hasta casi el final.
Silvina quería vivir, quería ser mamá tras ser trasplantada y había congelado óvulos. Pero para el corto plazo, la ex Gran Hermano soñaba con cosas mucho más simples: compartir momentos con sus amigos, esas juntadas que tanto disfrutaba, como las que organizaban con Ximena Capristo y Gustavo Conti.
En su paso por Cortá por Lozano, Conti recordó su última charla con Silvina, aquella en la que su amiga le dio a entender lo que deseaba. “Le dije que íbamos a comer un asado en casa”, dijo el actor, con una sonrisa, al rememorar esa visita, la última vez que la vio con vida.
“Gordita, dale que te voy a preparar un choricito y una morcilla… ¡Y se cagó de risa! Me dijo: ‘invitalo a comer a Ezequiel, también’”, recapituló el ex GH la conversación que la actriz mantuvo con un hilo de voz. “En una visita ella se cansaba, no quería que la vean mal. Fui, la vi… Era ir a hincharla también”, señaló.
LAS SEÑALES QUE SILVINA LUNA LE ENVÍA A SUS AMIGOS DESDE EL MÁS ALLÁ
En el programa de Telefe, Gustavo Conti además habló de las señales que recibe de Luna desde el más allá. "Una fue en la camioneta. Subí y había un papelito enroscado en el asiento, tirado. Estuve a punto de tirarlo y se quedó una semana ahí", contó.
"Cuando viene la Negra, le digo ‘ese papel es tuyo’. Y era un papelito que le habían dado a Ximena de lo que hacía ella (Silvina) de reiki. No sé cómo apareció en mi camioneta", agregó. Luego, Capristo aclaró: "El papelito era una oración que Silvina siempre tenía, que dice Nam-miojo-renge-kio. Es un mantra budista".
