Estuvo Wanda. Estuvo Zaira, su hermana. Estuvo Nora Colosimo, la mamá de las dos. Obviamente, no podía faltar Kennis Palacios, un hombre clave en los últimos meses de la ex vedette y de su familia. Estuvieron sus mejores amigas, algunos otros familiares no tan cercanos y hasta un puñado de conocidos. Hubo asistentes, allegados, compañeros y también curiosos.
En esa muchedumbre que asistió al cumpleaños sorpresa que le organizaron a Wanda, sin embargo, no estuvieron todos: faltaron Mauro Icardi y Jakob Von Plessen, curiosamente la pareja de "picarones" que se organizaron para que el futbolista se viera en un hotel de París con la China Suárez en el inicio del mayor escándalo que recuerde la farándula argentina. Los maridos de Wanda y de Zaira, efectivamente, faltaron a la cita.
Icardi está en Francia, esperando los últimos partidos del PSG y procesando, todavía, el pésimo sorteo que le tocó para los octavos de la Champions: el equipo que comparte con Messi, Neymar y Mbappé tendrá que eliminarse con el Real Madrid, acaso el peor rival que le podía tocar en una instancia tan temprana. Ya se sabía que él no iba estar. Lo que sorprendió, en cambio, fue la ausencia de Jakob.
Hasta el "Wandagate", Jakob era una especie de "niño mimado" de la familia. Algo así como el "yerno ideal" que toda suegra y todo suegro quieren para su hija. Un muchacho serio, aplomado, trabajador, aventurero, de buena educación y sólida posición económica. Un hombre viajado, con experiencia, enriquecido por las culturas que conoció en tantos recorridos por aquí y por allá.
Pero aquello de Paris derrumbó esos conceptos y su estampa impoluta, con su nombre nobiliario y monárquico incluido, se llenó de barro, de mugre y de podredumbre. De buenas a primeras pasó a estar en el ojo de la tormenta y hasta vio como tambaleaba su relación con Zaira, que después de muchos cabildeos y un largo silencio desmintió que estuviera separada. De repente, al galope lento pero seguro, la relación fue regresando a su cauce normal. El ruido a tambores de guerra se fue apagando.
Pero ayer Jakob no estuvo entre tanto baila, tragos, música y aplausos. No se le vio el pelo lacio y alargado que forman parte de su marca registrada. Y otra vez se multiplicaron las preguntas. ¿Están en crisis? ¿Se peleó con Zaira? ¿Evitaron que fuera para obviarle el mal momento a Wanda? Efectivamente, Jakob y Zaira están distanciados, pero no afectiva sino geográficamente. Mientras se desarrolló el cumple en el Presidente bar, él estaba en Tandil trabajando y entrenando caballos de distinta estirpe, todos de alto linaje y sangre destacada. Por eso no fue. Por ahora, todo tranqui. ¡Ahijuna!